‘Valentía, coraje y nobleza’. Tres características que nos recuerda la megafonía de Vallecas antes de cada duelo, la parte más identificativa del himno del Rayo Vallecano. A medida que van pasando las jornadas, la agonía profesa a cara descubierta su lucha por la paz, las dudas mantienen su pulso ante las matemáticas, y los aspirantes a Aramis Fuster acaban por plantarse ante su nula vocación futuróloga.
El fútbol, amante incondicional de lo imprevisible, dirime esfuerzos entre lo lógico y lo justo, un sentido de la justicia que, bien es cierto, decide poner los cuernos cada cierto tiempo al deporte de la redonda.
Eso mismo pensaría Nicolás Fedor allá por el mes de Noviembre. Su voraz pugna por cada esférico puesto en juego en la Ciudad Deportiva, no era refrendado con minutos de calidad en partidos oficiales. Los días, las semanas y los meses dejaban al descubierto la presencia testimonial de ‘Miku’, hasta el punto de dar por supuestas sus ‘no’ convocatorias.
Pero la oportunidad siempre aguarda para el que está preparado, y ‘Miku’ en términos de paciencia lleva un doctorado en Vallecas. La transformación del delantero en el último mes no responde a fenómenos paranormales. Ni el más audaz de los especialistas en circunstancias sobrenaturales, podría encontrar en este hecho un argumento de fuerza para explicar el cambio de ‘Miku’. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Miku en términos de paciencia lleva un doctorado en Vallecas” [/dropshadowbox]
El entrenador, al cual le une una estrecha amistad con la ‘meritocracia’, dio la alternativa al que la estaba mereciendo, y el delantero no ha decepcionado. Cualquiera que hubiera visto previamente algún partido del venezolano, entendería que su austeridad a modo de minutos no entendía a motivos de talento o compromiso. Y es que si de algo entiende ‘Miku’, es precisamente de estos dos factores.
Definitivamente, no. Nuestro protagonista no será únicamente el jugador que anotó el gol 700 del Rayo en 1ª. Su última función en Riazor merece proximidad a la magnificencia. Porque si, ‘Miku’ anotó y asistió, pero amén de todo esto, el venezolano puso el alma en todas y cada una de las acciones del duelo.
En Valencia faltó la diana, mientras que en el partido frente al Celta, -y pese al gol anotado- puso un nubarrón a su ‘casi’ inmaculada actuación con dos ocasiones claras erradas. Sin embargo, su primer tiempo en Riazor es un manual del perfecto delantero. Todo lo bueno que puede hacer un punta lo hizo ‘Miku’. Sin duda, su mayor exhibición desde que luce la franja. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Su primer tiempo en Riazor es un manual del perfecto delantero” [/dropshadowbox]
Comentaba el delantero recientemente en los micrófonos de Unión Rayo que ‘iba a aferrarse al puesto como un cabrón’. Sus palabras encarnaban la rabia del que ha sufrido, pero también la ambición desmesurada del que ansía seguir creciendo.
Sorprende esto en un jugador que, no olvidemos, ha pasado por equipos de la talla de Valencia o Celtic de Glasgow, además de ser poco menos que una institución en Venezuela.
Cual Larrivey hace dos cursos, el ‘vinotinto’ entra en escena en el momento caliente de la temporada. Y lo hace derrochando esa ‘valentía, coraje y nobleza’ que pregona la franja, una capacidad de supervivencia y perseverancia a disposición de aquellos que saben esperar. Una virtud, al fin y al cabo, solo a la altura de unos ‘Mikus’.
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Antonio Morillo (@AMorillo17)