LA ESCUADRA
Desgraciadamente es así. La vida está llena de sinsabores, de decepciones y de engaños. Hoy sonríes y confías en el que tienes al lado para que mañana te dé la patada. Nos guste o no, el fútbol es un negocio donde el pez grande se come al chico, como en el día a día. Es lo que hay. El Rayo Vallecano es un disfrutar de lo que tienes hoy sin pensar en lo que vivirás mañana.
El trampolín de Vallecas
Raúl de Tomás se va a ir de Vallecas. Si no es este verano será el siguiente. Es obvio. La Franja es una estación de paso para muchos. Un trampolín inmejorable en una ciudad donde se encuentran dos de los mejores clubes del mundo. Toca rezar porque el año que viene venga un delantero que esté al menos la mitad de enchufado. Es así.
Sed sinceros. ¿Cuánt@s preferiríais que Fran Beltrán no fuese tan bueno? Juega demasiado bien para estar en el Rayo Vallecano. Como siga así va a durar dos telediarios. Esto es un equipo de barrio, donde solo se exige que después de los 90 minutos no quede pellejo que dejarse sobre el verde. Más allá de eso, la calidad y el talento vuelan, y el primer paso es asumirlo.
Los buenos jugadores son como los amores intensos no del todo correspondidos. Los vives, los disfrutas y los aprovechas mientras puedes. Luego, cuando se van, rezas porque venga otro clavo que saque ese que tanto duele. Cierto es que hay mil ejemplos de jugadores que quieren al Rayo con todas sus fuerzas, pero pocos son los que dejan sus mejores años de fútbol en el Estadio de Vallecas. Esto no quita que haya que estarles agradecidos cuando se han dejado todo y han ayudado al equipo a crecer.
La historia franjirroja está llena de regresos y de mitos que vuelven tras una carrera llena de relativos éxitos, pero faltan futbolistas que se hayan quedado aquí como primera opción teniendo otras más suculentas deportiva y económicamente. Decía que el primer paso es asumirlo pero, ¿y el segundo? El segundo es dar gracias por tener un barrio que no duda de dónde está su corazón. Late entre la Albufera y Arroyo del Olivar. Ell@s no fallan. Ni se compran ni se venden. Ell@s no entienden de fútbol negocio. Entienden de pasión y sentimiento. Otros vienen y se van pero la afición será siempre la misma, al pie del cañón, sin importar los desamores y los clavos que se hayan ido quedando por el camino porque solo importa una cosa. “Mi rayito”.