Diez puntos en diez jornadas. Tan sólo un punto menos que el curso pasado a estas alturas, y con la imperante sensación de que el margen de mejora de este equipo es elevado. Así está la situación del Rayo Vallecano a medida que nos vamos aproximando sobremanera al primer tercio del curso.
En este tiempo, el hincha franjirojo ha disfrutado, pero también ha sido testigo de funciones no tan celestiales del cuadro de Paco Jémez. Ese conglomerado de serpenteantes sensaciones, desembocan en un decimoquinto lugar que, por lo visto, creo que hace justicia a lo acontecido en este inicio.
Me gusta este Rayo. Me motiva, me invita a pensar que algo diferente va a ocurrir. Ese pálpito de incertidumbre donde los de Jémez han sabido maniobrar magníficamente estos años. Y no, no es mi deseo invocar a la incertidumbre como un mal mayor. Entiéndase esta como aquella en la que el Rayo es capaz de silenciar el Camp Nou, o poner por momentos patas arriba la barriada de Nervión.
Mentiría si no reconociera que al inicio del curso tenía atisbos de pánico, pero eran sólo eso, pequeñas porciones de segundo donde los interrogantes no encontraban respuesta inmediata . ¿Habrá un Kakuta que levante de las butacas a los presentes en Vallecas?, ¿Cómo se suplirá la baja de Alberto Bueno?. ¿Caerá el Rayo en la añoranza de no contar con el hijo pródigo?. Preguntas, preguntas, y más preguntas que no encontraban una respuesta rápida que aminorase mi calma tensa. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Este equipo está destinado a dar las satisfacciones del pasado más reciente” [/dropshadowbox]
Una vez pasados los primeros meses de competición, creo firmemente que sí, que este equipo está destinado a dar las satisfacciones del pasado más reciente. Y lo pienso porque lo visto invita a ello. Porque hay un tipo bajo palos cuyas actuaciones invitan a debatir si es el mejor portero que ha pasado por Vallecas en lo que va de siglo. Porque también hay un delantero que ha venido a dejar bien claro que su primer apellido no es mera casualidad.
Pero sería una versión muy simplista de este Rayo centrar todo lo bueno de este inicio en Toño y Javi Guerra. Si bien es cierto que sus goles y sus paradas han copado parte del protagonismo, hay otra serie de actores que refrendan mi teoría de que sí, de que el Rayo este año va a hacer buenas cosas.
Navegando entre la catarsis del poseedor de las condiciones y la insuficiencia del que decide erráticamente, están Bebé y Lass Bangoura. El primero ha dejado luces de lo que puede llegar a ser-que también sombras-, mientras que el guineano sigue en una permamente penitencia con su ‘yo’, salpicada con funciones como la de Barcelona, y mezcladas con la desesperación de duelos frente al Espanyol.
Baena se consolida como el fajador en la sombra, mientras que Trashorras alcanza nivel de mito, -por si alguien lo tuviera desmitificado-, igualando a Míchel I de Vallecas con 144 partidos en 1ª división. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Si hay un tipo que me ha sorprendido en este inicio de campeonato es Diego Llorente” [/dropshadowbox]
Ganas de empezar a ver la mejor versión de Ebert y Pablo Hernández. El teutón está lejos del nivel mostrado en pucela, mientras que Pablo está pagando las consecuencias de una incorporación a última hora. Jozabed empieza a dejar impronta de lo gran jugador que es, algo que ya se descubrió la temporada pasada y que empieza a tener más regularidad en la presente, mientras que Embarba está ante su año de doctorado. Pero si hay un tipo que me ha sorprendido en este inicio de campeonato, ese es Diego Llorente. Me gusta escribir esto días después de que un autogol suyo desnivelara la balanza en Ipurúa, pero es tal la devoción por este tipo que, personalmente, ese hecho fortuito no desluce un inicio de curso en el que ha hecho gala de un temple, saber estar, y madurez, propias del que lleva toda una vida jugando en la élite.
No se pueden dejar en el tintero a los Rat, Zé Castro, Tito o Nacho. El rumano deja constancia de que su dulce paso de hace dos años por la barriada Vallecana no fue mera casualidad, mientras que Zé Castro consolida su posición de ‘mariscal’ de la zaga. No se entendería, a día de hoy, un Rayo sin Nacho y Tito, poseedores de esa etiqueta ‘franja’ que bien merece el respeto de todos los aficionados.
La temporada acaba de empezar, y pese a ese vaivén de sensaciones experimentado, aquí un servidor tiene una fe inquebrantable de que este año, de nuevo sí. El Rayo se salvará, y no solo eso, estará en los registros de cursos atrás, esos que han hecho ganarse el respeto y la admiración de todo el fútbol español.
Antonio Morillo (@AMorillo17)