El Rayo Vallecano no carbura. Ni en lo deportivo ni en lo institucional. Parece como ese antiguo motor gripado que lucha por seguir latiendo pese a los contratiempos obvios del paso del tiempo y el desgaste en todas sus piezas. La situación de negatividad que trae consigo la institución franjirroja es latente. Ayer, incluso, no pudo disputar su encuentro ante el Levante ya que fue suspendido porque el Ciutat de Valencia era más propio para jugar al waterpolo que al fútbol.
Lesiones de todo tipo que sufren los jugadores, que desde la temporada pasada vienen arrastrando molestias, roturas fibrilares, sobrecargas o rodillas destrozadas. ¿Mala suerte?, ¿Mala puesta a punto?, ¿o simplemente negatividad? Quizás sea un poco de todo, pero sin duda, el factor psicológico influye y es capaz de prolongar un estado de ánimo y contagiarlo a todo aquel que lo rodea, y como bien tienden a decir nuestros abuelos: “a perro flaco todo son pulgas”.
Pero es que este Rayo desprende negatividad, y la negatividad llama a la negatividad. Y así nos va. Trabajadores despedidos después de muchos años de servicio, un estadio con unas claras evidencias de dejadez, futbolistas mirando fuera de Vallecas, un entrenador despedido, las mencionadas lesiones, los resultados que no llegan, el equipo en puestos de descenso, el presidente, …, y la afición. Siempre está la afición.
No importa que llueva!! Si estoy cerca de tí!! RAYO VALLECANO!! pic.twitter.com/zqHtWOhZY7
— Peña Rayista Bus Uno (@PRayistaBUSUNO) 27 de noviembre de 2016
El positivismo que desprende la hinchada franjirroja va más allá de resultados, jugadores e institución. Ellos son el Rayo. Una afición que viaja constantemente para apoyar a la franja allá donde juegue. Que se tiene que volver a Vallecas en días como el del domingo en Levante, incluso sin ver jugar a su equipo. Pero siempre con la mentalidad de que se puede salir de la mala situación, de que se puede ganar, de que se va a tornar la racha. “Hoy es el día”, dicen unos y otros en la previa del “No partido” en la Peña Rayista Rivas. Allí vivimos con ellos lo que iba a ser el Levante Rayo y acabó siendo el “No partido”. Pero ellos, los rayistas, no pierden la ilusión, la sonrisa y la fe. El buen humor, el mejor carácter y el positivismo. Porque ellos son rayistas.