Habían pasado ya tres semanas desde el partido ante el Valencia. Las buenas sensaciones de aquella noche del 22 de Agosto habían sido suplantadas por el tenebroso escenario que se le presentó al Rayo en Balaídos.
Eran muchas las ganas de volver a ver fútbol en Vallecas, a la vez que más y más interrogantes iban apoderándose de mi ser en los minutos previos al duelo frente al Deportivo. ¿Veremos ese Rayo que tuteó por momentos al Valencia?, ¿Cómo estarán Javi Guerra y Pablo Hernández?. ¿Acusará el Rayo la baja de Zé Castro?.
La sinfonía interna que iba dibujando estaba más próxima al goce que a lo trágico, muy alejado de lo que sucedería después sobre el verde de Vallecas. Noventa minutos donde el Deportivo superó en todas y cada una de las facetas del juego al Rayo.
Equipo sólido el de Riazor, que como bien comentaba mi compañero David Briz al inicio, era una incertidumbre total en referencia a la cara que pudiera mostrar en la barriada vallecana.
Las amenazas vencían en su pugna con aquella sinfonía, y Celso Borges volvía a mostrar sus credenciales a embajador de A Coruña en Payaso Fofó. Dos visitas, tres goles para el costarricense. Como se dice en mi tierra, ‘la primera en la frente’, tocaba remar.
Cada día que pasa, creo menos en las casualidades que me han topado con el Rayo Vallecano. Y digo esto por la imprevisibilidad del mismo. Tan capaz de rehacerse a lo más difícil, como de tirar por la borda su buen hacer en tan solo minuto. Ese fue el margen de tiempo que hubo del empate de Embarba al tanto de Luis Alberto, y ese fue, negativamente, el preámbulo de una estocada ‘casi’ definitiva para los púpilos de Paco Jémez. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] ““El Rayo tan capaz de rehacerse a lo más difícil, como de tirar por la borda su buen hacer en tan solo minuto” [/dropshadowbox]
El sopor fue danzando a medida que las líneas azul y blancas salían victoriosas de todos y cada uno de los duelos disputados. El perdón de Lucas Pérez, una estampa del hiriente sin fondo, y el 1-3, una bofetada a la dulce y cruda realidad del que se ve sabedor ,un año más, de que las macetas de colores no serán adherezo para la tinta china.
Los minutos se iban consumiendo a medida que los aficionados franjirojos iban dejando un paraje desolador en las gradas del estadio. La expulsión de Ebert, puso la guinda al aciago rostro de un equipo que, ni estuvo, ni se le esperó. No por falta de intensidad ni de negocio en el esfuerzo, pero estaba claro que, esta noche, no iba a ser la del Rayo Vallecano. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “El pasado más cercano invita a pensar en levantamiento rápido” [/dropshadowbox]
Sé de lo difícil de mantener la calma, de que la paciencia es un arma que entiende poco de fútbol, pero el pasado más cercano invita a pensar en levantamiento rápido. El Rayo vuelve varios meses después a puestos de descenso, un dato que no deja de ser anecdótico por las alturas de curso en la que estamos. Lo que puede venir después, es un claro idilio entre la esperanza del que ha dado motivos, y la incertidumbre del qué pasará tras lo acontecido ante el ‘Depor’. Próxima estación, Gran Canaria.
Antonio Morillo (@AMorillo17)