Una más. Empieza a convertirse en hábito la amargura de la derrota cuando el Rayo Vallecano juega cómo local. Esta vez fue el Deportivo de la Coruña el que consiguió llevarse el máximo botín de la barriada madrileña. No le hizo falta a los gallegos hacer un partido perfecto. Con aprovechar alguno de los varios despropósitos que el conjunto franjirojo tiende a conceder cómo local, es suficiente para que la sonrisa del forastero acabe saliendo a la luz.
No fue un sopor lo ofrecido por el Rayo, como tampoco lo fue en los duelos frente a Córdoba, Espanyol, Eíbar o Elche. Sin embargo, todos estos mencionados, al igual que el Depor, consiguieron salir victoriosos de Vallecas. “Habrá que ir a verlos fuera, porque aquí no juegan mucho”, me comentaba un amigo resignado al término del partido. Hay momentos de buen fútbol. Pequeñas etapas del duelo donde Kakuta emociona con sus bicicletas, Baptistao con su zancada, y Alberto Bueno con su eficacia. Pero se queda en eso, en pequeños destellos. Espasmos de buen fútbol que acaban disolviéndose cual azucarillo al mezclarlo en café.[dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] Espasmos de buen fútbol que acaban disolviéndose cual azucarillo al mezclarlo en café [/dropshadowbox]
Comentaba Paco Jémez al término del partido que su equipo “no tenía ningún tipo de presión psicológica al jugar como local”. No será un servidor el que ponga en duda lo dicho por el técnico. Pero si es cierto que el Rayo da sensación de acongojamiento durante los primeros minutos de cada duelo. El tiempo avanza y la sombra de la duda evoluciona a la misma velocidad cuando el electrónico del estadio vallecano acaba luciendo una nueva derrota de su equipo. Las reflexiones del postpartido acaban próximas a lo inmerecido del resultado final. Y no les falta razón a todos aquellos que se escudan en la suerte como uno de los motivos para explicar esta dinámica. Una fortuna que tan injusta está siendo en casa como generosa lejos de Vallecas. Al fin y al cabo, el fútbol acaba teniendo mucho de esa dosis que, de no existir, acabaría por fulminar este bendito deporte. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] Una fortuna que tan injusta está siendo en casa como generosa lejos de Vallecas[/dropshadowbox]
Superado el ecuador de la competición, el Rayo Vallecano sigue instalado en una peligrosa zona de confort. Tan confortable cómo engañosa. Un nuevo cero en el casillero durante el próximo partido podría dar la bienvenida a la zona de pánico. Ya saben, esa zona donde el Rayo acostumbra a permanecer durante sus años en la élite. Mientras tanto, disfrutemos de esa tranquilidad a la par que intentamos desmenuzar el porqué de esta racha como local. Esto último es prescindible. Tan prescindible como inevitable. Así es el fútbol.
Antonio Morillo (@AMorillo17)