Probablemente, el Levante-Rayo del pasado sábado no pase a los anales de la historia cómo un partido de época, e intuyo que será un partido que el aficionado al fútbol borre rápidamente del disco duro de recuerdos. No para la afición del Rayo, ya que el valor de la victoria obtenida en el Ciudad de Valencia es capital para que este nuevo proyecto siga avanzando.
He de reconocer que me siento un tanto sorprendido por la frialdad con la que se ha acogido este triunfo. Quizás por el hecho de haberlo encarrilado pronto, o quizás porque aún había llamaradas de emoción tras lo vivido días atrás ante el Athletic, tengo la sensación de que la acogida ha sido un tanto gélida.
Sin ánimo de ser tildado de frío o poco pasional, ojalá todas las victorias del Rayo esta temporada vengan con un guión similar al que se dio en el Ciudad de Valencia. El guión de un equipo que mostró mimbres de hechuras. Control del partido sin poner los “cuernos” a la etiqueta de este equipo. Posesión y búsqueda constante del área rival cómo factores innegociables para buscar la victoria.
Lo vivido el pasado sábado es un respiro para los inquietos corazones franjirojos. La certeza de que este Rayo puede encontrar el triunfo sin la agonía, la paz sin pasar por el caos, y sobre todo, y más importante, que el Rayo Vallecano este año tiene un equipo donde los soñadores tienen más hueco que nunca.
Sinceramente, que el hincha tenga la oportunidad de ver a su equipo ganar dos partidos en tres días en la máxima categoría del fútbol español es sencillamente conmovedor. No hace mucho que la franja transitaba por los campos de bronce en busca de la identidad perdida. Menos hace todavía del eterno “Tamudazo” que salvaba al Rayo en el último aliento de la última jugada de la temporada. Por todo eso, cada victoria en la élite ha de ser tomada cómo una fiesta. Porque no hemos de olvidarlo, ser aficionado del Rayo Vallecano es una fiesta constante donde las emociones y los sentimientos se viven por triplicado.
El Ciudad de Valencia fue testigo de la primera victoria fuera de casa, y también lo fue del segundo doblete de Baptistao en tres días. El hispano-brasileño parece no adjuntar el término límite a su diccionario en este curso. Cuatro dianas para un tipo que merece todo lo bueno que pueda pasarle.
Si tras estos argumentos no he sido capaz de convencer a todos aquellos que estuviesen en duda sentimental tras la victoria del sábado, consideren este artículo cómo un fracaso.
El espectáculo debe continuar, y continúa con un Rayo que se asienta en la zona media de la tabla tras comprobar que los colores azul y grana no se le dan mal esta temporada–al menos los del Levante–. Ojalá esto sea un preámbulo de lo que pueda pasar el próximo fin de semana.
Antonio Morillo (@AMorillo17)