Habían pasado más de dos meses desde ese Rayo Vallecano-Real Sociedad que cerraba el curso 2014/2015. Aquel día, una rara mezcla de pena y satisfacción se iban apoderando de un servidor a medida que iba alejando sus pasos del estadio de Vallecas.
Pena porque estar más de sesenta días alejado del Rayo y sus aficionados, iba a ser lo más parecido a una travesía en el desierto. Satisfacción, por el hecho de haber podido contar,un año más, que el equipo de Paco Jémez iba a seguir un año más en la primera división.
Ese conglomerado de recuerdos iban apoderándose de mi ser en los minutos previos al partido frente al Valencia. A la vez que desmenuzaba experiencias pasadas, una serie de cuestiones iban tomando fuerza. ¿Conseguirá el Rayo dar la cara ante el todopoderoso equipo de Nuno?, ¿Se echarán mucho de menos las bajas de los Bueno,Kakuta o Baptistao?, ¿Rugirá Vallecas como merece ante un acontecimiento como es el primer partido de liga? Mentiría si dijera que estaba absolutamente convencido de todo ello. En ese caso, los interrogantes serían sustituidos por las afirmaciones, cosa que, pese a un intento desesperado de consagrarlas, no terminaba de dar por seguras.
Esta última cuestión no era por el hecho de dudar de la afición rayista, pero reconozco que tenía miedo de que ese descafeinado horario de las 22:30, hiciera a muchos cambiar su butaca de Vallecas por las raras especias que mezclan al degustar un gyn-tonic.
Lo cierto es que la duda se había apoderado de mi persona. Una irritación tan incómoda como ataviada de un ligero aroma a goce, entiéndase este por todo lo que significa despejar incógnitas concernientes a la franja. Cuando comenzó el partido, tuve la oportunidad de experimentar una dulcificadora sensación. Esa que uno es capaz de vivir cuando ve cumplido sus mejores presagios, o al menos parte importante de los que deseaba que sucediesen. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Cuando comenzó el partido, tuve la oportunidad de experimentar una dulcificadora sensación [/dropshadowbox]
El Rayo Vallecano no solo dio la cara ante el Valencia, sino que tuvo la osadía de flirtear con el triunfo. Cierto es que con el tiempo lo más recordado será la celestial actuación de Toño. Esto es tan veraz como que el Valencia dispuso de las mejores ocasiones para llevarse el duelo, pero sería absurdo pasar por alto ese llanto de cuero que pasó por las botas de Manucho o aquel balón de Lass al que Fariña no llega por media uña. Si, el Rayo dio la cara ante el Valencia, y por supuesto, echó en falta a Kakuta, Bueno o Baptistao.
Esto último tiene una doble lectura. La negativa, el hecho de que quizás este año el cuadro franjirojo no tenga jugadores tan determinantes en posiciones de ataque. La positiva, que pese a estas ausencias, y a tenor de lo visto ante el Valencia, el Rayo está, una temporada más, en posición de poder competir con la plantilla que tiene actualmente. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “El Rayo está, una temporada más, en posición de poder competir con la plantilla que tiene actualmente” [/dropshadowbox]
Especialmente ilusionantes fueron las actuaciones de Ebert y de Llorente. El primero dio algunas pinceladas de lo que se puede esperar de él. Calidad y sentido del juego al servicio de la franja. En el caso del central, un pack completo de todo lo que requiere un buen zaguero. Rapidez, salida limpia del esférico y una edad precoz que invita a la mejoría, hacen de Diego Llorente uno de los jugadores que mejores sensaciones ha dejado entre el aficionado rayista en estas primeras semanas.
También se pudo ver al inefable Bebé. Tan impredecible como entusiasmado en su afán por agradar a la hinchada. Sus latigazos desde fuera del área fueron dando paso al aturdimiento clásico que se apodera del recién llegado. Y si inefable se puede tachar la actuación de Bebé, mi vocabulario queda reducido en nada para catalogar el regreso de Lass Bangoura a la cal de Vallecas. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “La primera jornada de un campeonato tan largo tampoco da para hacer un balance de vencedores y vencidos” [/dropshadowbox]
Fue él quién se encargó de revolucionar el partido, pero fue también el propio Lass quién se encargó de difuminar todas y cada una de las acciones en las que iba dejado atrás a Lucas Orban. Minutos también para el exdeportivista Fariña, que cerca estuvo de encontrar la suerte del gol, al igual que minutos también tuvo Miku, que salió en el once inicial y se le pudo ver un tanto desubicado en su rol de mediapunta.
Pero si hay un tipo que sale especialmente reforzado de la cita del veintidós de Agosto, ese es Toño. Ya fué vital la temporada pasada, y mucho me temo que este curso su importancia volverá a ser capital. Optimismo si, pero optimismo moderado, y es que la primera jornada de un campeonato tan largo tampoco da para hacer un balance de vencedores y vencidos. Próxima estación, Balaídos.
Antonio Morillo (@AMorillo17)