El Rayo Vallecano perdió, sí. Lejos de intentar justificar la derrota frente al Betis, bien es cierto que, lo ofrecido frente al conjunto andaluz, no me pareció para nada catatónico. Opiniones, gustos, y conclusiones hay tantas como uno crea oportuno. A mi, personalmente, el Rayo me gustó. No fue un partido brillante, para nada completo, pero tuvo momentos que, una vez se mecanizen algunos movimientos, invitan a pensar que este equipo puede dar muchas alegrías.
Comentaba recientemente Paco Jémez que, “lo de ganar 4-0 en el minuto 40, es en la Castellana”. Tras lo vivido en los últimos días en Vallecas, esta frase cobra más relevancia que nunca. Posiblemente, el Rayo Vallecano es el equipo de Primera División que más necesite del idilio afición-jugadores. El pasado domingo, desgraciadamente, pudo comprobarse de nuevo que ese Vallecas que pone los pelos de punta está lejos de ser tal.
Hay algunas cosas que son difíciles de entender. Es, cuanto menos chocante, que se siga poniendo en tela de juicio un estilo que, no olvidemos, ha llevado al Rayo a estar cinco temporadas consecutivas en 1ª división. Pero no estoy en discordancia solo con eso. Sería absurdo resumir mi relativo malestar a un estilo desquiciante para una minoría.
Quizás sea por mis ansias románticas hacía el deporte de la redonda, pero me cuesta asimilar que todo juicio de valor sea sometido a que el balón acabe entrando. Al menos en Vallecas, donde uno ya ha de ser consciente de que, la convivencia con el triunfo es esporádica, y la derrota ha de ser, como siempre ha sido, una excusa perfecta para seguir gritando ‘Juntos Podemos’. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ]“El equipo de Jémez ha entrado en la siempre pantanosa zona donde la memoria es enemiga del presente” [/dropshadowbox]
Creo, sinceramente, que el equipo de Paco Jémez ha entrado en la siempre pantanosa zona donde la memoria es enemiga del presente. Y en parte es entendible, ya que es complicado resetear el disco duro interno, sobre todo a la hora de ponerse en la piel de esa época no tan lejana de crudeza. En el fútbol, como en la vida, todos queremos experimentar de forma reiterada las mieles del logro, sobre todo cuando este pasa a convertirse en tu hábitat natural.
Pero amigos, no está de más hacer un viaje al pasado para saber lo duro y lo difícil que ha sido llegar a ese reiterado logro. Así es como debería de verse cada vez que el Rayo recibe a Real Madrid, Betis o Valencia, o cada vez que toca rendir visita al Camp Nou, el Sánchez Pizjuán o San Mamés. Un logro permanente, un estado inamovible de pleno orgullo por ver a “tú” equipo codeándose entre los mejores. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ]“En el fútbol, como en la vida, todos queremos experimentar de forma reiterada las mieles del logro” [/dropshadowbox]
Ese sentimiento, de ser experimentado como tal, radicaría en un Vallecas en plena ebullición. Un ‘A las Armas’ que llegará hasta la Castellana, un minuto 24 que quedará grabado con tinta china en el serial de recuerdos imborrables para el aficionado. Eso ha sido, eso es, y estoy seguro de que eso será de nuevo más pronto que tarde. Si me das a elegir, ese el Vallecas que deseo. Próxima estación, Barcelona.
Antonio Morillo (@AMorillo17)