Cómo somos. Resulta que la semana pasada, tras la victoria del Rayo Vallecano ante el Lugo, el buen juego desplegado por el equipo y la dinámica positiva de resultados, más de uno lanzó las campanas al vuelo y empezó a soñar con los puestos de play off, con la Primera División.
Houston llamando a tierra
Tengo que ser sincero con vosotros. Yo era uno de ellos, de los que pensaba que aunque era muy pero que muy complicado, una victoria en Huesca nos permitía soñar. Realmente era una labor titánica, pero la opción, por más que remota, estaba ahí, y era viable a la par que compleja.
Entiendo que cuando estamos inmersos en una pésima temporada, en la que los resultados han sido nefastos y muestra palpable de una pésima gestión institucional en la que los problemas se han sucedido una semana tras otra, enlazar una racha de victorias y sensaciones positivas nos levanta el ánimo. Y por ello, amigos, nuestra maltrecha imaginación nos llevó a soñar con volver a estar entre los grandes, ese lugar que nunca debimos abandonar.
Realmente, el hecho de ganar todo lo que quedaba era más que complicado. Para muestra el partido de Huesca, en el que el Rayo Vallecano no fue inferior pero los elementos que condicionan un encuentro golpearon a los de Míchel. Por ello, pienso que es muy difícil enlazar una súper dinámica de resultados positivos, porque siempre vas a tener el día tonto, el árbitro que no es justo o simplemente malo, el día que no quiere entrar la pelota, o el día que no salen las cosas.
Era complicado. Ganar todo y esperar los pinchazos de los de arriba. Muy complicado. La derrota del Rayo Vallecano en Huesca nos ha bajado de las nubes, nos ha devuelto al terreno de los mortales y nos ha puesto los pies en la tierra. El equipo está dos puntos por encima de los puestos de descenso y lo único que nos queda, de aquí al final, es salvar la categoría cuanto antes mejor. Entonces habrá que renovar a Míchel, dejarle trabajar y empezar a confeccionar la plantilla para el asalto a Primera División la próxima campaña.