Segunda parte de la entrevista que Alberto García nos concedió la pasada semana. En este caso hablamos del Alberto más personal. Desde su capitanía, su rendimiento, sus deseos próximos; así como su carrera futbolística antes de llegar a ser profesional y antes de su paso por el Rayo Vallecano.
¿Cómo has visto tu rendimiento esta temporada?
“La portería del Rayo Vallecano no solamente exige estar entre los tres palos. La portería del Rayo exige ser un jugador más en el plano ofensivo y te exige jugar lejos de la portería. El portero del Rayo tiene una exigencia muy alta con el juego del pie, en transiciones ofensivas y defensivas.. He vivido lo que es adaptarme a un modelo de juego muy diferente a lo que hacía el año pasado. Lo hice en el pasado porque a Paco Jémez lo tuve en Córdoba y me exigía esto. Pero yo he pagado el precio que están pagando todos mis compañeros que es adaptarme a una manera de jugar que es muy peculiar y que muy pocos equipos hacen. Estoy dentro de esa evolución positiva”
¿Cómo fue la elección tuya de capitán y qué significa?
“El capitán de este equipo es Antonio Amaya. Lleva muchísimos años en el club y era el que estaba junto a Trashorras. Era un equipo prácticamente nuevo cuando llegué. Los compañeros eligen a dos jugadores y no creo que tenga que ser algo para alabar mi figura personalmente. Para mí es una responsabilidad. Ser capitán es ser uno de los portavoces de la plantilla y ser el enlace con los dirigentes de un club de fútbol. Es un honor y a la vez una responsabilidad que te produce un desgaste”
¿Cómo recuerdas tu fichaje?
“Mi situación entre clubes comenzaba a ser voz populi. Había la posibilidad que saliese cedido y sí es cierto que a uno le gratifica que lleguen propuestas de diferentes sitios e instituciones que consideras que son importantes. Si tengo que ser sincero, mi familia tuvo que ver mucho de venir al Rayo. Sería injusto si no les reconociese a ellos la elección de venir aquí. Mi familia por la situación que nos encontrábamos con dos niños, era la tercera o cuarta vez que había la posibilidad de venir aquí, lo que despertaba el club… Mi familia y yo nos hemos basado mucho en las corazonadas, habíamos tenido un problema personal este verano, el Rayo Vallecano representaba ese problema personal, la manera de jugar, lo que me transmitía el club, el ver que jugadores importantes consideraban el volver, una vez como visitante mi familia vino a Vallecas… Todo ese envoltorio. Había que tomar una decisión y nos decantamos por el Rayo Vallecano porque mi familia me hizo ver que había que seguir esa corazonada que te decía. Considerábamos que era el momento de venir. Y sobre todo porque creo que el Rayo, por todo y por lo que demandaba mi familia, era el momento. Mi mujer y mi familia me dicen que tuvieron mucho que ver en esta decisión”
“El fútbol te da una posibilidad muy grande que no te da otra profesión. No solo me considero futbolista sino también estudiante. Me gustaría ser una persona formada y preparada. Pero creo que el futbolista debe vivir la experiencia de futbolistas. He tenido suerte de estar en clubes que te hacen sentir futbolista. El poder sentirte futbolista no es solo jugar bien o no; sino poder ayudar a otra gente, que por la situación donde te encuentras, te da esa posibilidad. El día que me retire no podré ser tan impactante cuando me dejen de ver en la portería. Mi llama se apagará. Siendo jugador tengo esa posibilidad. El Rayo me da esa posibilidad. Representar a grandes entidades te acerca a vivir esa experiencia”.
¿Te gustaría seguir en el Rayo la próxima temporada? Si el equipo no asciende…
“Se está perdiendo que jugadores pasen mucho tiempo en una entidad. Soy de los jugadores que para vivir la experiencia de profesional me ha obligado a muchos cambios en mi carrera deportiva.
Todo pasa por el trabajo del día a día. Muchas veces mis hijos me preguntan que va a pasar. Sobre todo Ander, me pregunta qué pasará el año que viene. Nos escucha a mis padres, a mi mujer.. Ya es la tercera casa que vive, cambios de colegio… El niño empieza a darse cuenta que hay cambios. Se encariña con compañeros ¿Hablar de mi futuro? Creo que se ha hablado mucho de cómo está contracturalmente mi situación; pero creo que los contratos están y al siguiente día dejan de estar. Yo creo que al final y al cabo están las voluntades. Y las voluntades partes de lo que uno quiera. Sé lo que quiero y lo tengo muy presente. Podría decirlo; pero los hechos marcan cuando una persona está a gusto o deja de estarlo en un sitio. No solo me involucro con mis compañeros, sino con las chicas, con la cantera,.. Hay compañeros y un entrenador muy identificados con un club y es lo que quiero para mi familia. Quiero estar en una institución en la que no solo me encuentre bien jugando y me pueda dar un aporte para seguir creciendo como profesional; sino que también mi trabajo sea identificado con lo que el club siente y piensa”.
Alberto García se crió en El Papiol, un pueblo de Barcelona. Allí comenzaría a jugar el fútbol para luego hacerlo en la Liga escolar. En menos de un año pasó por el Levante las Planas, Unió Esportiva Cornellà y terminando de jugar como cadete en la cantera del Barcelona. En su primer año de juvenil, el guardameta decidió marcharse cedido, con apenas 16 años, al Europa, equipo de Tercera División catalana. Así lo recuerda:
“En el Europa viví el rol del joven en una plantilla de veteranos. Un papel que casi se ha perdido hoy en día. No llegaba a limpiar las botas de mis compañeros, pero recuerdo que el grupo de 8 jóvenes teníamos una lista y por parejas cada semana recogíamos los balones, ayudábamos al utillero,… Nos dio un valor añadido. Hay que darle valor a las cosas. Las das cuando dejas de tenerlas. Le di mucho valor a cosas del Barcelona cuando las dejé de tener. Recuerdo entrar al vestuario y los veteranos ya se iban a su casa. Me dio una educación de valores. De darle valor a tener un utillero, tener un desplazamiento cómodo, tener buen material,… Me ayudó mucho en ese club”
El actual jugador del Rayo Vallecano abandonó el Barcelona en su último año como juvenil. Alberto volvió al instituto donde se estaba formando y regresó al Cornellá en División de Honor de Juveniles. Así recuerda su salida de La Masía:
“Es duro porque nos pensamos que con 16-17 años tenemos derecho a todo y pocas obligaciones. Ahí me di cuenta que las cosas hay que seguir ganándolas. Que en el fútbol, como en la vida, es el día a día y el trabajo. Pensaba que ya estaba todo hecho, y lo que no me había dado cuenta es que no había empezado. Al volver a Cornellá me di cuenta que había dejado una oportunidad. Pero no me lo tomé así. Me di cuenta del sacrificio que había que afrontar para poder vivir la bonita experiencia que luego he tenido fortuna de vivir. Pero no acaba aquí…”.
En su primer año de amateur, el portero se marchó a Madrid a probar la experiencia de jugar en Tercera con el Rayo Majadahonda. Unos 3-4 meses duros por los problemas econocómios:
“El club me dio un trato fenomenal; pero yo vivía en una situación económica insostenible. No podía pagar una vivienda. Estoy alquilando una habituación y recuerdo que tengo que dejar una habitación de un día para otro. Y me encuentro, no en la calle, pero llamando a mis padres que no tengo donde estar. Mi padre a los dos días se plantó en Madrid y me encontró un sitio en Majadahonda. Me dejaron una habituación. Me dijo que me tenía que comportar como un adulto. Ayudar y que no estaba de vacaciones”.
Alberto regresó entonces a Barcelona, al Sant Andreu de Tercera. Logró el ascenso del equipo aunque posteriormente sería operado del bazo. Momentos duros para un futbolista:
“Cuando regreso y otra vez tienes que volver a los inicios. Sí hay un momento que te planteas si es el camino quiero verme el día de mañana o si el precio que hay que pagar merece la pena. No sabías ademas si lo ibas a conseguir. Pero siempre tuve una obsesión: dominar lo que yo puedo controlar. Ser cada día mejor persona y portero. Lo que me ha mantenido de nunca caer o levantarme de los golpes es mi obsesión o satisfacción por el trabajo, querer aprender y mejorar. Me gusta mucho la formación. La formación me llevó a ser muy autodidacta”.
Logró el fichaje por el Villarreal aunque se marcharía los cuatro meses al Águilas donde jugaría los playoffs de ascenso. De ahí pasaría a Segunda B con el Figueres y el Murcia como tercer portero y guardameta del filial. El equipo murciano sería quien le daría la oportunidad del fútbol profesional. De ahí su historia ya es conocida. Córdoba, Sporting, Getafe y Rayo le esperarían. Aunque Alberto no ha sido regularmente titular en Primera, no cree que tenga una espina clavada:
“La única espina, cuando me voy a mi casa y veo que he tirado un día a la basura. No me puedo desgastar en algo que no puedo elegir. Puedo provocarlo con el trabajo para conseguirlo ¿Para llegar a eso? Trabajaré. No tengo una espina. Uno de los mensajes que te dicen de pequeño es arrepentirte de lo que no has hecho y arrepentirte que algo dependió de ti y no pusiste todo. Es la sensación más amarga que puedo llevarme a mi casa. Cuando no he puesto todo el esfuerzo en conseguir algo que quiero. Solo tengo en mi cabeza el día de mañana y prepararme lo mejor posible”.
Vallecas le ha marcado al guardameta franjirrojo. Así reflexiona el guardameta sobre qué ha aprendido en estos meses que lleva como futbolista del Rayo Vallecano:
“Me ha enseñado que el pensamiento de una afición y lo que vive la gente en la calle es muy bonito llevarlo al campo de fútbol. Las dos cosas son compatibles. El valor añadido de un club, no solo es el número de aficionados o la repercusión sino es esa comunión entre sentirse identificado, que el escudo y el club tenga un arraido y una identificación con algo no puramente deportivo. El Rayo es un escudo, pero el espíritu es lo que representa y a quién representa. Su gente lleva al campo su manera de pensar, de vivir y su manera de entender el día a día. Cuando hablas del Rayo, hablas de Vallecas. Creo que es igual de grande ser representativo a nivel global y tener una capacidad para llamar la atención a nivel mundial; pero creo que la identidad de marcas y sus puntos distintivos hacen que no solamente el barrio sea identificado dentro del club sino que esa simpatía se genera fuera y el Rayo llama la atención fuera porque muchos clubes les gustaría tener ese punto de identificador. Los problemas sociales deben estar en el fútbol. Al fútbol no dejan de ir personas. La gente en el Rayo lleva su vida real o sus problemas sociales, su escape realmente lo tiene en el fútbol. Su manera de revindicar lo que siente y lo que piensan; y las demandas sociales que tienen es en el fútbol donde la intentan transmitir. El Rayo representa ese punto de foco o es ese portavoz del barrio de Vallecas y de lo que quiere el barrio de vallecas; y lo transmiten a través de este escudo”