Tal y como está el país, me resultado complicado ponerme frente al ordenador, recordar el partido del Rayo en Huesca y juntar unas líneas esputando lo allí sucedido. Me produce reticencia y descaro ante el estupor que la clase política con la que nos ha tocado lidiar nos golpea con dosis de retórica. Sea como fuere, allá va mi reflexión sobre la derrota en Huesca.
Desilusión
Una de cal y otra de arena, una alegría y un jarro de agua fría sobre la cabeza, y así, de este modo, el rayista vaga año tras año con poco a lo que agarrarse. Posiblemente estarán de acuerdo conmigo si les digo que tras la victoria ante la Cultural Leonesa, pensábamos que este iba a ser definitivamente un buen año, que en Huesca podíamos ganar y estar arriba en la tabla. Pero no.
Un partido que el Rayo tenía dominado, que mandaba en el marcador tras una sutileza del mago Trejo, y que sin embargo, se relaja. Míchel, amigo, espero que hayas aprendido la lección: no permitas que tus pupilos se duerman, que bajen los brazos, porque mira lo que pasa. Y ojo, que te veía dando saltos en el césped, cabreado con lo que estabas viendo, con no tener la posesión del balón, con ver cómo el rival te rompía por banda derecha una y otra vez, pero, sea como fuere, nos fuimos al descanso como ese púgil que recibe un crochet que le deja aturdido tras el gol local.
Y después, tras recobrar el sentido, mandar sobre el terreno de juego, tener ocasiones claras para marcar gol, nos encontramos con otro despiste, fallo, error o como quiera llamarse, para que a falta de 10 minutos nos remonten el encuentro. Qué dolor ese gol. Cómo es posible que den la vuelta a ese partido, cuando el equipo no fue inferior. La desilusión se apoderó de los rostros rayistas, el ánimo se vino abajo cuando se pensaba que la situación estaba tornándose positiva.
Hay que aprender, llevamos solo siete jornadas y no podemos besar la lona tan pronto. Ha sido un golpe pugilístico que nos ha dejado tocados, pero hay que ser conscientes de que esto es largo y las sensaciones son muy distintas a las que por estas fechas destilábamos el curso pasado. No se me vengan abajo, al menos en lo deportivo, que tiempo hay para recobrar la dirección y el positivismo.