LA ESCUADRA
Esta semana tenía pensado dejar de un lado los sentimientos. Analizar fríamente el partido del domingo, donde Michel se comió tácticamente al Valladolid con un 4-3-3 en la presión que ahogó a los blanquivioletas. Prometo que iba a dedicar ‘La Escuadra’ a comentar el partidazo de Embarba y de Fran Beltrán, pero resulta que Trejo eclipsó todo lo demás cuando, en zona mixta, volvió a demostrar que los rayistas nacen donde les da la gana, como los vascos, y este lo hizo en Argentina.
La pregunta de un servidor fue simple, solo quería saber qué se siente cuando te ovaciona un estadio después de un buen partido. La respuesta nos sacó a todos los presentes una sonrisa: “Todo el mundo busca su lugar, y yo ya lo he encontrado. Estoy muy cómodo aquí”. Podría empezar a escribir sobre lo evidente, sobre lo increíble que es esta afición o sobre lo diferente que es la franja, pero por muy especial que sea el Rayo, tener a un jugador como ‘Chocota’ en nuestras filas es un privilegio.
Digámoslo ya, clarito, para que se entienda: Óscar Trejo es el mejor jugador de toda la categoría, sin duda. Parco en palabras, lo demuestra todo sobre el césped. Dribla, pasa, marca y roba, ¿hay algo que no haga bien? Deberíamos empezar a plantearnos que el no ascender no es una opción, porque supondría no aprovechar a uno de los mejores jugadores que han pasado por la Avenida de la Albufera. Es cierto que no es bueno meter presión al equipo, pero al igual que el Barcelona no ha ganado todo lo que tenía que haber ganado con el mejor jugador de todos los tiempos en sus filas, sería un sacrilegio mantener a Trejo un año más en segunda. Hagámoslo por él.
Mejor dicho, hagámoslo por él y por todos los aficionados al fútbol de España. No me parece justo guardarnos el espectáculo de ver a ‘Chocota’ para nosotros solos, llevémosle a Primera para que lo disfruten, ya no hay excusa. Tenemos entre nosotros a un futbolista que ha rechazado jugosas ofertas por partirse la cara (el domingo casi fue literal) por la casaca franjirroja, y eso no tiene precio. Disfrutemoslo mientras dure, señoras y señores, porque personalmente me parece un lujo poder ver a Trejo cada siete días. Eso sí, el problema vendrá cuando nos falte: quien ha probado el ibérico ya no quiere mortadela.