Non me volvín tolo (loco). Aproveitei que o meu avó era de Santiago para afirmar que o Rayo é un equipo galego.
Con valores gallegos para ser más exactos. Nunca sabes si el equipo de Iraola va o viene. Tampoco si debes ver el vaso medio lleno o medio vacío.
El gallego de la plantilla juega pleno de morriña y el equipo no es supersticioso ni cree en brujas, pero haberlas, haylas.
El Rayo Vallecano visitó al Cartagena con la intención de recuperar sensaciones y sumar de tres en tres, pero no pudo (o no lo dejaron).
El once de la franja es como la caja de bombones de Forrest Gump, nunca sabes qué jugadores van a tocar.
La información es tan escasa que los medios que trabajan el Santa Inés han llegado a pensar en poner delegaciones en Lourdes o Fátima. Un día tienes un lesionado que parece de cierta gravedad y al siguiente juega como en los casos de Fran García o Pozo.
Este último fue el sustituto del ausente Trejo, y el muchacho empezó con buen pie, el que tiene, para poner el balón a Guerrero, perseguir el rechace del remate de éste y con fortuna y rebote, anotar el primero del Rayo.
Todo parecía sobre ruedas hasta que apareció Rubén Castro. El canario controló un balón con el pecho en un gesto extraño, quedó dentro del área de espaldas a puerta, enseñó por una décima de segundo el balón a Velázquez que ni chocó, ni atropelló, ni tapó ni estorbó sino que hizo lo único que un zaguero no debe hacer en zona de penal, intentar golpear el balón. Emi acertó con la pierna del rival y la pena fue máxima.
Castro anotó el empate y aquello se convirtió en un mar de patadas y golpes en el que no faltó de nada. En el bosque animado se perdonaron expulsiones como la del local Carrasquilla, Advíncula volvió a sacar sus brazos y codos a pasear, Dimi volvió a sacar un gol cantado y todo se enmarañó hasta que otro gol lo cambió todo.
Tres minutos después de entrar, Nacho Gil se hace un autopase, llega tarde al balón y arrolla a Isi. El árbitro es empujado hacia adelante por la “Santa Compaña“, permite seguir y el balón termina en Castro que define con clase por encima de Dimi y adelanta al Cartagena.
El VAR ¿interviene? y da el OK al tanto ante la estupefacción general y la chanza local.
Iraola escuchó “Sombra negra” y se acordó de la auténtica Rosalía, la de Castro, de Carlos Nuñez y dejó de templar gaitas.
Buscó el empate con Jony Montiel (modo SKA-P) y Qasmi y sentó a Guerrero y a Comesaña.
En esas estábamos cuando Isi inventó para Álvaro y este regaló el empate a Qasmi. Fue un abrazo demasiado breve pero estos, también en modo musical parecieron sincronizar a Serrat cantando “Qué va a ser de ti lejos de casa”.
La franja pudo ganar el partido en un estándar franjirrojo, un zapatazo de Bebé que rechazó Chichizola y otro clásico, un balón al área rival que termina el mano y no en penalti. El zaguero con habilidad pega el brazo al cuerpo y lo dirige al balón con lo que la falta es obvia, pero cuando no se quiere revisar se interpreta, y para eso oiga, mejor Meryl Streep o Robert de Niro.
La cosa fue tan clara que con cinco segundos para el final y falta a la olla del Rayo, el trencilla decidió señalar el final del partido.
Se echó en falta , nótese el sentido figurado a un Manuel Manquilla, insigne gallego esbozar como protesta aquel famoso “Aquí va a haber andanadas de hostias“. Ya las hubo en las cancha.
El Rayo como equipo galego que é dirá que “un empate es un empate”, pero a cabra (sempre) tira ao monte.
Éche o que hai.