“Una visita siempre agrada, sino cuando llega, al menos cuando se va” (Emmanuel Carrère)
La vida social puede ser maravillosa pero, ay, las visitas. Las hay como las manos en el fútbol, voluntarias e involuntarias, pero hay una tercera categoría que a casi nadie gustan, las obligatorias. Las que recibes y las que haces.
Imaginemos que estás de vacaciones o tienes unos días libres. Durante un tiempo te planteas mil planes pero cuando llega el momento miras el calendario y descubres que no está en blanco. Tienes la peor de las visitas posibles. La del dentista.
No es un mes desahogado y francamente no te apetece ir pero toca hacerlo. Ni siquiera es para ti sino para los tuyos pero no hay escusa posible ante la necesidad de tratamiento. La consulta del odontopediatra-ortodoncista está al otro lado de la ciudad y debes echar algo al depósito del coche para no ir en reserva. Planazo. De repente miras la etiqueta que te dejó tu amigo el mecánico colgada de la manija del intermitente y ves esperanzado que ha llegado el momento del cambio de aceite, es más, has superado el kilometraje por millares. Llamas al dentista y le dices que es una pena y que no podrás llevar al niño, se te ha estropeado el coche (podrías ir en transporte público sin problemas, pero para qué), trabajas (mentira, estas de vacaciones) y el chaval tiene un esguince (Pinocho rules) y blablabla. El dentista en persona y no sus recepcionistas sonríe, organiza esta vez la cita y con tono victorioso resuelve el problema. Vendrá al barrio para supervisar un consultorio modesto también de su propiedad y atenderá al niño allí.
“No hay manera de librarse” dije yo. “No hay manera de zafarse” debió pensar Andoni Iraola cuando recibió la visita de ese dentista que puesto el instrumental en orden y desinfectada su consulta vuelve a ser el sacamuelas sobrio, impersonal y eficaz que es el Atlético de Simeone en forma.
El Rayo Vallecano cayó en Vallecas por 1-2 ante el equipo colchonero de la misma manera que te llevas los disgustos en la clínica dental. Tu hijo está bajo el torno, todo está bien, vas al baño un segundo y a la vuelta le han hecho dos endodoncias, puesto cuatro empastes , detectado caries multizonal e informado de que la mordida está torcida y necesitará brackets.
Eso es lo que ocurrió tras un córner propio corto, una contra rival rápida, una recuperación exprés del velocista de la franja, un despeje desafortunado y defectuoso y un gol rival. Lo que ocurrió tras sacar de centro, recibir un córner visitante, este no corto sino largo, ver como el portero local no encontró el momento de salir de puños y como la zaga fue superada en contundencia por los de negro.
De los dos minutos en los que el dentista te pegó el estacazo solo quedó algo claro. Toda España pudo ver que la afición del Rayo no solo es “valentía, coraje y nobleza”, como indicó su espectacular tifo sino también educación. Al gesto de Nahuel Molina de honrar en un momento feliz para él a un compañero en un duro trance la hinchada vallecana respondió con respeto y más de un aplauso. Valores.
Desde ese momento llegaron las preocupaciones. No parecía haber solución. El Rayo intentó sacar de aquí y de allá para ver como pagar al dentista y salir del atolladero, pero el Atleti le cerró las puertas en modo “de aquí no sales sin pagar, no te daré facilidades” y ni RDT, ni Isi, ni Álvaro García generaron peligro. El Rayo quiso comprar lotería con los múltiples saques de esquina que botó pero ni el reintegro oiga. Oscar Valentín jugó un rasca pero Oblak, como la banca, esta vez ganó.
En la segunda parte Andoni Iraola se tiró la manta a la cabeza y echó el Euromillón, la Primitiva y el Eurojackpot. Puso en la cancha a Camello, Trejo y Falcao, pero cuando no es tu día de suerte hay poco que hacer. El plan del usurbildarra se desbarató cuando en otro chispazo visitante Morata consiguió por primera vez en la temporada no estar en fuera de juego. El delantero de la selección adelantó el esférico en dirección al córner y Lejeune, último hombre le frenó sin violencia. Para el otro de negro no hubo matices. A la ducha.
Con un jugador menos la llamada a la suerte del técnico franjirrojo se convirtió en una ruleta rusa. A cada intento local le sucedía una ocasión de gol visitante, pero no quedaba otro remedio.
El mayor mérito del Rayo fue no rendirse y resistir y el dentista, seguro de si mismo, bajó la guardia por un instante.
Fran García miró en la grada a su vendedora del cupón, compró un Megamillonario y sorprendió por bajo en un golpeo extraordinario al muro Oblak de las lamentaciones. Como dicen en los anuncios de la ONCE “Bien jugao” .
No fue suficiente y los de Simeone se llevaron los tres puntos. Tras la despedida ,Andoni revisó la Iraoleta y detectó que además del cambio de aceite una luz trasera y otra delantera están fundidas. Esperemos que dé tiempo a pasar por el taller antes del viernes. Llega un Osasuna muy bien engrasado.
“Ikasi du zaharrak, erakutsi beharrak”.(De los escarmentados salen los avisados)