En círculos de amigos, compañeros de trabajo, de estudio, colectivos y familias varias desde hace años se instauró una costumbre. Ya fuera por diversión o simplemente falta de presupuesto se establecía un importe máximo para el regalo y se sorteaba entre el grupo quien regalaría a cada cual.
Las caras de los obsequiados en muchos casos eran auténticos poemas y los mas benévolos afirmaban el ya consabido “lo importante es la intención“. Aún recuerdo abochornado como en una ocasión regalé (puedo prometer y prometo que sin maldad) a una compañera un horroroso tanga negro demostrando a la vez una osadía y un mal gusto importantes que mutaron en risas mil de la interesada y cara colorada del que escribe.
La pantalla de televisión decía que el Rayo Vallecano recibía al Alcorcón en Vallecas pero bien podría haber sido el típico y sonrojante partido navideño con fines benéficos en el que los futbolistas pachangueaban y los toreros, motivados, querían dar el do de pecho y la sorpresa.
Los locales, con aspiraciones a disputar el ascenso salieron confiados y los visitantes , luchando por evitar el descenso salieron a mandar, ni templar ni leches y mas que toreros fueron toros que embistieron en dirección a la puerta de Zidane que echó un capote a su equipo con varias intervenciones de mérito. Marc Gual, que seguro soñó con el padre no entenderá haber tenido pesadillas con el hijo.
En estas sacó de banda el Alcorcón, Gual perdió la pelota, Pozo tocó de zurdas y primeras (¡milagro!) en profundidad para Antoñín que estrelló el balón en Dani Jiménez y aprovechó el rechace para adelantar al Rayo (1-0).
Anquela no lo podía creer. Los demás tampoco. El único que ponía intención era el equipo azul. La única agrupación hoy en el campo era, y eso en Vallecas es pecado mortal, la Agrupación Deportiva Alcorcón, pero el único amigo del Rayo era el marcador, por desgracia para los visitantes, muy visible.
Sabiendo que el partido iba a ofrecer poco la SAD Rayo Vallecano decidió dar temas de escritura a los plumillas. Como el choque era duro de ver, decidió rompernos las retinas y el corazón con la caída del escudo, no es una metáfora, sí del escudo, de las zamarras de algunos jugadores del equipo profesional de fútbol de Vallecas en un desempeño y zurcido o pegado mas que discutible abominable y desde aquí al menos, censurable.
Como era imposible ver el partido sin mirar Twitter el CM de la franja decidió convertir la buena nueva de la curación y el regreso de Cristóbal Castro al puesto de delegado del Santa Inés en un mensaje de dudoso gusto y lejanísima relación con la idiosincrasia y valores de los hijos del caballo blanco.
A Advíncula le debía faltar emoción so tuvo un pique con un rival al que le soltó la mano para vengar una acción anterior, recibió por suerte para el Rayo la tarjeta amarilla y fue sustituido con merecimiento. Lucho reaccionó con inusitada rabia y agresividad con un numerito prescindible.
La cosa solo daba para eso, ni una jugada de mérito, si acaso ya en el segundo acto un centro de Andrés y una remate de Antoñín que rechazó el arquero visitante mientras que el equipo de Santo Domingo seguía topándose con Luca Zidane, actuación la suya tan impecable que en los mentideros del rayismo se empezaba a ver su figura con buen ojos.
Los aficionados azulejeros se frotaban los ojos de incredulidad ante la injusta derrota. Cuando las lágrimas empezaban a brotar llegó la recompensa al tesón visitante. Una internada por la banda derecha y una prolongación le llegaron a Luca que inexplicablemente no logró atajar el balón y su intento de rechace fue hacia la meta donde Barbero se anticipó a Mario e iguala el marcador (1-1).
Jorge Valdano en uno de sus “Cuentos de Fútbol” lo anticipó sin saberlo al escribir sobre Juan Antonio, el “gato” Felpa. El cancerbero, tras ser castigado su equipo con un penal se quitó la gorra, la tiró dentro del arco, detuvo la pena máxima y pleno de orgullo y jubilo se metió dentro de la porteriía en búsqueda de la misma con el balón en la mano. Zizou le diría a su mujer lo que Juan Eladio, padre de Felpa , le dijo a la suya .”Vieja , creo que tu hijo la cagó”.
Todos tenemos un amigo invisible que se equivoca mil veces pero el día que acierta te da la vida. Andoni Iraola tuvo el olfato de colocar en la cancha a Thiago Manuel Dias Correia, Bebé. El 10 de la franja salió, vio, provocó el temor en la zaga y dio un pase atrás (¡habrase visto!) que tocó en el costado de David Fernández, zaguero visitante y le dio la victoria al once vallecano (2-1).
Dice el proverbio que “de donde no hay no se puede sacar“, pero de este Rayo parece que se puede obtener mejor fruto. Hoy al menos los de Iraola consiguieron tres puntos. Dice Bebé y se consuela Anquela con que “la intención es lo que cuenta“.