Hace casi veinte años, Policarpio Díaz Arévalo, “El potro de Vallecas” uno de los últimos iconos del barrio pudo ser campeón del mundo. Hizo las américas decidido a enfrentarse a Pernell “Sweetpea” Whitaker, el mejor púgil del momento.
Poli, ya archifamoso, agrandado, segurísimo de su pegada viajó con un sueño sin fisuras. Su preparación no había sido demasiado buena, pero confiaba en que su rival no fuera tan bueno y en que él, todo el mundo se lo decía, era un crack.
Así saltó al cuadrilátero pero su rival lo estaba esperando. Fue a chocarle el puño y recibió la primera bofetada. Se sonrió, lanzó unas cuantas manos y sacó de banda. Con guantes no se hace demasiado bien, así que el balón quedó cortó y con la guardia baja se vio de repente en la lona antes de terminar el primer asalto (Ndiaye, minuto 3).
No se lo podía creer. Los últimos seis combates se habían saldado con victoria. El Rayo Vallecano confiaba en el cloroformo de sus puños pero se tambaleó de nuevo cuando le perdonaron el segundo a puerta vacía.
“Grogui”, no acertó a colocar su guardia, resistió el gancho al hígado de Abdón, pero el bigotudo delantero repitió y el Rayo besó la lona por segunda vez en trece minutos. (0-2).
Por vergüenza torera, la franja pudo recortar , pero Mario Suárez devolvió el favor mallorquín y lanzó un balón que era gol a las nubes con la contundencia que le faltó en defensa.
Llegados a este punto, el árbitro, necesitado de su cuota de protagonismo, imaginó estar en un partido de fútbol inglés de los 80 y convirtió una jugada de VAR y penalti en una contra con falta y gol visitante.
Isi Palazón lanza una diagonal sensacional, Álvaro García se adelanta un microsegundo, el central le golpea descaradamente a destiempo y el extremo franjirrojo exagera la caída.
El trencilla ve barro en el campo y se cree en un Sunderland-Sheffield Wednesday por lo que considera la pena máxima como contundencia defensiva no punible.
Poli se quejó del golpe por debajo de la cinturilla pero Salva Sevilla le hizo un banana shot y el 0-3 que complicaba sus opciones a los puntos en veinte minutos para el olvido.
Tras una leve tregua el Rayo volvió al ataque y Pozo, mal ayer puso el balón a Isi que presto al remate recibió el codazo del zaguero que despejó de cabeza pero saltó como el 5 del Preston North End.
En los 80 era normal en Inglaterra la extracción de dientes sin anestesia y Prieto Iglesias, romántico empedernido, nostálgico pero deficiente referee dijo “sigan , sigan”.
De ese mazazo fue difícil recuperarse y aún así consiguió el KO del honor a través de Advíncula, que en uno de sus disparos “random” de zurdas desató la carcajada de Manolo Reina que, confiado, se tragó el balón como si fuese una sobrasada, un balón delicioso para la palomita pero con pimentón (1-3).
A partir de ahí, intercambio de golpes con caída de Prieto Iglesias y expulsión de Iraola, imagino por reírse, con veinte minutos de retraso, lo de echar por hacer aspavientos muy de los 80 no es.
Mas dura fue la caída, la del Rayo, pero esto no para y el miércoles toca, otra vez, noche de KO. A ver qué tal sale.