Los chicos del barrio no sabíamos de olas de calor. Los pocos que no teníamos pueblo ni posibles intentábamos reunir un número mínimo para jugar al balón y pasábamos las tardes corriendo tras la pelota hasta que, bañados en sudor nos decidíamos a parar, ignorantes de la pausa de hidratación, y jugar a cosas mas relajadas.
Uno de esos juegos me hacía mucha gracia. Se llamaba teléfono escacharrado. Nos juntábamos varios y veíamos , divertidos, como la palabra que el primero en comenzar la partida al susurrarla al siguiente se convertía en algo muy distinto al llegar al último. Ahora lo disfruto como boomer oculto en formato digital , lo llaman “Pinturillo“.
Las tablets se quedan fuera de la cancha así que el inicio del juego en Anoeta entre Real Sociedad y Rayo Vallecano fue un partido de los de antes, los titulares de la plaza ante un grupo aún incompleto de chavales que se esforzaban en no desentonar pero que llegaban tarde a la presión compensándolo con piernas y ganas. Cuando se veían acorralados por los locales montaban una trinchera delante de su portería y conseguían despejar el peligro.
No era fácil, no. Los chicos del barrio tenían delante al mago con el 21, al artista del 10, al espigado pero talentoso 9, al 8, impasible y frío llegador y a un montón de bulliciosos jóvenes que se las sabían todas, pero para no tener tan ventaja y poder hacer un partido mas equilibrado le prestaron a su número 26 a los visitantes. Casi se la lía.
Merquelanz consiguió estirar al equipo en lo que parecía un gran día para los nuevos. Balliu hizo olvidar en partido y medio a Advíncula y la doble pareja Martín (el del nombre y el del apellido ) y García empezaba a amenazar. A Fran , aún en formación, le están dando un tutorial para no convertirse en Alex Moreno y se notó muy retenido en ataque y bastante seguro atrás.
Los del traje de superhéroe resistían en un partido en el que el gol rondaba, los locales asediaban, los visitantes asustaban y el portero de los mismos, felino, palomitero y ya veterano se iba agrandando con una estirada icónica en la primera parte y un pase al poste y fuera en la segunda que le convencieron de que blocar el cuero estaba sobrevalorado.
Dimitrievski y Balliu, quizá los más destacados de la franja vieron como en una acción todo se iba al garete. Stole, crecido sacó de puños en pos del arte un balón atajable y Balliu, catalán de nacimiento, albanés de selección y pantera negra por devoción quiso hacer el gesto de John Carlos y Tommie Smith en Mexico 68, levantó el brazo como Tony Manero en “Fiebre del Sábado Noche” y tuvo la desgracia de encontrarse en el centro geográfico de su área con un rival delante disparando a gol. Drama.
Oyarzabal transformaba el penalti en gol, adelantaba a la Real y los locales fueron convirtiendo el Rock & Roll que había sido el choque durante sus tres primeros cuartos en Soul.
Llegados a este punto Iraola, guipuzcoano de nacimiento y sabedor del plan local afrontó el reto del nuevo ritmo y puso en el campo a Nteka, Ciss y Bebé, coraje, alma y corazón dignos de James Brown, Soul y Funk para poder gritar todos “I feel good”. Sin rematador aún con la entrada de Qasmi en el campo Bebé, “El Padrino del Soul” o “Sr. Dinamita” convirtió toda cosa redonda que llegara a sus pies en disparo a puerta.
Dice Pepe Domingo Castaño que “si no compras los cupones no te tocan los millones” pero no hubo modo.
El Rayo lo intentó pero terminó triste como el rey del Soul Ottis Redding, “Sittin on the Dock of the Bay“, con dos partidos, dos derrotas, dos penaltis en contra, cero puntos y buenas sensaciones, las de un equipo donde hay entrenador, un bloque comprometido y trabajador en el que falta gol y defensa.
A falta de unos días para el cierre del mercado de fichajes la afición y el propio técnico franjirrojo son un clamor en pedir goleadores y zagueros pero la comunicación en el Rayo es un teléfono escacharrado y a la cabeza de su factótum solo llegan imaginarios parabienes.
Hasta el próximo comunicado amigos.