Hace poco acabaron los Juegos Olímpicos y no queda otra que invocar una de las frases cumbre del espíritu olímpico, la atribuida a uno de los promotores de los de la era moderna, Pierre de Coubertin.
Terminó la temporada al inicio del verano con la ilusión del ascenso a primera, el orgullo del femenino y las carencias de una organización decimonónica dirigida por un pulpo con miles de tentáculos atrofiados.
Seguimos en temporada estival y al comienzo de la temporada lo único que presentó el Rayo Vallecano fue a su cuerpo técnico (incompleto) y a su plantilla (más aún) en el Ramón Sánchez-Pizjuán.
No hay campaña de abonos, las camisetas se mostraron de modo casi clandestino, las obras del estadio son como las del Monasterio del Escorial y la dinámica de acoso y derribo del equipo mas laureado del club, el femenino, es tan obvia que las jugadoras han tenido que parar para reclamar lo que les pertenece, para empezar, sus sueldos.
A pesar de todo ello y con una plantilla escuálida sobre todo en las partes del campo donde se ganan y pierden partidos, el Rayo Vallecano tuvo un inicio prometedor, valiente y presionante frente a un Sevilla cargado de bajas al que le costaba arrancar.
¿Cómo demonios acabó el partido 3-0?
En las escuelas de fútbol se enseña a les jugadores que ante la salida del portero se debe proteger el balón y seguirlo hasta que esté en poder del arquero. El central improvisado Mario Suarez obvió ese detalle y un buen pelotazo de Diego Carlos, la fe y picardía de Idrissi y el error de Luca en la salida castigaron en triple salto mortal al Rayo.
Del penalti, expulsión y gol en contra, la santísima trinidad de la derrota visitante salió perjudicado el capitán Trejo, el mejor hipnotizador del balón que posee el Rayo, sacrificado en pos de presentar un guardameta en el 10 titular y que , impotente y cabreado hizo una performance tan evitable como de manual.
Quizá fuese la primera vez que en un mismo campo hayan expulsado a padre e hijo, pero los compañeros de Zidane remaron en galeras ante la caló cerca del Guadalquivir y la agresividad de los de JLo, tan evidente que en solidaridad con Nteka, víctima favorita de los locales y para evitar males mayores, Lopetegui retiró a Idrissi de la cancha y ahí acabó del todo el choque. Entró Lamela por él y los minutos, la inferioridad visitante y la falta de contundencia de los de Iraola hicieron el resto.
Eric anotó en un ratito dos goles, el primero en un tiro ajustado al balón que el rechace involuntario de Catena convirtió en gol y el segundo tras un pase de la muerte de En-Nesyri que dejaron el 3-0 final. Debutaron Ciss y Merquelanz y sobre todo el último dejó buenas sensaciones en un partido ya perdido y con un equipo que demostró compromiso y mientras pudo valentía, coraje y nobleza.
Una frase olímpica para empezar y otra para terminar, la que empleó Simone Biles pero que podría haber sido dicha por mucha gente de la franja.
“Al final no somos un simple entretenimiento. Somos humanos y hay cosas detrás que no se ven y con las que intentamos lidiar, incluso estando en la cima del deporte“.