Con sufrimiento, a octavos. Iraola mató a su propio monstruo para mantener vivo el sueño copero del Rayo. Avivó la llama de la ilusión y confirmó que esta temporada, ya gigantesca, puede serlo más aún. Que preguntar por billetes a Liverpool es compatible con mirar trenes a La Cartuja. De momento, la Franja tendrá otra ronda del KO. Nadie tumba a este atípico boxeador que combate sin protector y calzón corto. El Mirandés dio batalla y pudo hacer estragos, pero acabó tendido sobre la lona, como Guijuelo y Bergantiños. Lo mató Andrés Martín con un cabezazo ‘a lo Falcao’. El rey mago de Aguadulce ya ha dejado su regalo.
Iraola sorprendió en su alineación: Kevin Rodrigues fue titular en el centro del campo. Con Fran García jugándolo absolutamente todo, al lateral no le queda otra que reinventarse para escapar del atolladero. Y ya sin Pozo (cedido a Qatar hasta final de temporada), al técnico de Usúrbil se le ocurrió mandarlo a la sala de máquinas. Anduvo bien, sin grandes brillos, pero huérfano de errores, lo cual es mucho. Falcao, ausente en los onces desde el 1 de noviembre (único tropiezo en Vallecas), volvió para intentar demostrar que los Tigres cenan Jabatos. Aunque al final, poco o nada; fue noche de dieta. Tras él estuvo Nteka y a los costados, Andrés Martín y Bebé. Dos polos opuestos: el portugués lo quiso todo para aportar poco y el español, pidiendo poco, aportó todo. El gol que valió un potosí.
Al descanso se llegó sin goles y un 70% de posesión para los franjirrojos. Las más claras fueron un remate fallido de Nteka desde dentro del área y un ‘casi remate’ de Óscar Valentín a la salida de un córner. Todo antes de la jugada de la discordia: una polémica mano de Marqués dentro del área… No señalada por Munuera Montero, que reía a carcajadas ante las protestas. Fue un primer capítulo plácido para Luca Zidane, firme ante Hassan en el único aspaviento de los locales. Al Rayo le faltaba punch ante un Mirandés mermado por la Covid, pero con el depósito de la moral hasta las trancas. De eso saben mucho por Anduva, como de gestas coperas.
Y tuvieron sus opciones, porque el Rayo se atascó en la segunda parte. Todo lo que fluía en la primera, dejó de hacerlo de golpe. Congestión sin solución. Los pases eran más horizontales que verticales, las ocasiones se pusieron en huelga y para colmo, guiñó su ojo el tuerto de las lesiones: Óscar Valentín, que ya abandonó el Wanda Metropolitano con molestias, pidió el cambio. Trejo entró por él y Saveljich, por Falcao. Adentro el ‘plan remodelación’, con Nteka como nuevo punta de lanza, el capitán de enganche y Mario Suárez, al timón. Fueron prácticamente los primeros minutos del madrileño como centrocampista en toda la temporada, cada vez más asiduo a tener que conformarse con jugar partidos de menor importancia de central. Él, veterano, asume el rol que le toca sin rechistar.
Tardó pocos minutos en llegar el toma y daca definitivo. El Mirandés marcó por medio de Capellini un gol que le invalidarían por fuera de juego. Aparentemente, muy claro; al no haber VAR en esta ronda, la decisión fue unánime y acompañada de runrunes. Segundos después, el rugido del León de Nevir: Fran García puso un balón con música y Andrés Martín, disfrazado de Falcao, remató a la jaula. Un testarazo tan inesperado como inapelable. Un regalo de reyes del extremo de Aguadulce, con pocos minutos pero mucha calidad. Los últimos compases sirvieron para volver a demostrar que en Luca Zidane hay porterazo: héroe hasta el 97′ para sostener al equipo bajo el vendaval burgalés. Iago López, ya con todo decidido, se fue a la calle por roja directa.
Iraola mató a su ‘mataprimeras’, como el doctor que desconectó a su propia creación. Él llevó al Mirandés a unas semifinales de Copa (eliminado por la Real Sociedad) y, de momento, ya tiene al Rayo en unos octavos. Este viernes, sorteo. En Vallecas, por Reyes, se ha pedido seguir soñando. Regalo concedido.