Tal vez fue por una pérdida de perspectiva o un exceso de arrogancia, pero tras lo de Cornellà, la victoria ante el Tenerife parecía un juego de niños… Y sin embargo acabó siendo en manzana envenenada. Porque este Rayo Vallecano es así, un equipo capaz de lo mejor y de lo peor. De remontar un 2-0 en el hogar del líder y, unos días después, atascarse en casa ante un rival de zona media-baja. Nunca se gana un partido antes de jugarlo, lección a aprender.
El encuentro se jugó en un patatal que volvió a sonrojar a la parroquia rayista: ya hace un mes de Filomena y el césped de Vallecas sigue teniendo más barro que verde. Imagen deplorable como institución, una más. En aras de lo extradeportivo también fue protagonista la nueva publicidad: DIGI, que ya partió la Franja por el medio de la camiseta. Iraola dio la primera sorpresa en la alineación: Luca Zidane volvió a la titularidad pese a las buenas actuaciones de Dimitrievski. También Andrés Martín, que suplió la vacante que dejó el sancionado Isi (quinta amarilla).
La primera parte fue como ese capítulo de tu serie favorita que acaba siendo puro relleno. 45 minutos de tostón mayúsculo, innecesarios y aburridos hasta la saciedad. Porque no pasó nada, verdaderamente nada. El Tenerife tuvo dos ocasiones en las botas de Sipcic, su central y ambas salieron desviadas. El Rayo, ni eso. El poco peligro que generó llegó por la banda de los García, pero siempre acabando en pérdidas o centros sin rematador. En el medio nadie hacía un desmarque por delante del balón. En ataque Antoñín fue un fantasma. Y en la derecha, Andrés Martín más que reivindicarse reafirmó que no está en un buen momento.
Los canarios mantuvieron el guion para la segunda parte: presión muy alta y amenazas a balón parado. Y el Rayo, que sólo tenía un puñal y era la banda izquierda, encima lo perdió: Álvaro García tuvo que ser sustituido tras un fuerte balonazo en la cara, entró Martos y Fran García adelantó su posición. Con eso, a por los 3 puntos. Pero no surgió efecto. Joni Montiel amenazó con repetir el zambombazo de Cornellà, pero esta vez le salió más bajo y pudo frenarlo Dani Hernández con el pecho. No encontraba la fórmula Iraola, así que decidió dar media hora al reciente fichaje: Guerrero, que debutó entrando por Joni. El equipo se dibujó en un 4-4-2 con Antoñín en banda y el nuevo 19 arriba junto a Andrés Martín. Tintes de todo o nada.
Y acabó siendo nada. El Tenerife se adelantó en un córner: centro al punto de penalti y remate con la bota derecha de Fran Sol, que le ganó la posición a Comesaña con demasiada facilidad. Al Rayo no le quedó otra que someterse a una operación a corazón abierto y acabar con tres delanteros, entrando Ulloa por Saveljich. O lo que es lo mismo, tocaba ir a la guerra con palos frente a tanques. Y evidentemente la mecánica se impuso. Porque el Rayo acabó con cuatro delanteros (Antoñín-Guerrero-Ulloa-Andrés Martín) para no generar ninguna ocasión. Apenas sufrió Dani Hernández en los minutos finales y eso es lo más preocupante.
Catena, para ponerle una guinda a la noche, vio la roja directa tras soltar una coz en un balón dividido con Carlos Ruiz (el árbitro, tras ir al VAR, lo expulsó). En Cartagena tampoco estará Trejo, que vio la quinta amarilla. Dos bajas enormemente sensibles. Para la sentencia la tuvo Bermejo, pero la estrelló en el larguero. La última fue para la Franja a balón parado y en vez de colgarla Trejo o Andrés Martín, dos habituales, tuvo que ir Fran García, que la mandó directamente a los guantes de Dani. Fue el reflejo de un equipo desconcentrado desde el 1′ hasta el 98′. El Rayo no sólo perdió, sino que lo hizo mal. Sin mordiente ni coraje. Sin fútbol. Sin ideas.
Tercera derrota en casa esta temporada en Liga (tras Mallorca y Almería), que deja al equipo estancado en los 40 puntos y con poco margen antes de afrontar dos salidas consecutivas (ahora toca visitar Cartagena y Málaga). Era importante ganar al Tenerife para mirar a esa cordillera con músculo, pero el Rayo es un abonado a los caminos difíciles. Un fiel del masoquismo. Hasta el fin de semana del 27-28 de febrero no volverá a haber fútbol en Vallecas (a ver si, con suerte, para esas fechas ya hay un césped digno sobre el que jugar al fútbol). Se vuelve a alejar el ascenso directo y coge fuerza la opción playoff. Fue otra vez la Cara B del Rayo. Porque está la de Cornellà… Y esta.