El Rayo Vallecano recibía a la Real Sociedad en el Estadio de Vallecas, con la sensación de tener los deberes hechos. A falta de 5 jornadas para el final del campeonato y con 10 puntos de ventaja sobre los puestos de descenso, los de Iraola, esta vez sí, comenzaban un partido sin presión y con la imperiosa necesidad de disfrutar del fútbol en esta recta final de Liga. La Real Sociedad llegaba para asegurar su puesto de Europa League y meter presión por la Champions. Pero uno de los momentos más emotivos fue la previa, con dos aficiones hermanadas. El empate final deja al Rayo con 10 puntos sobre el descenso.
En busca de la salvación matemática
El empate ante el Granada frente al Celta dejaba al Rayo con nueve puntos de distancia sobre el descenso antes del partido. Que sumado al golaverage, dejaba prácticamente sellada la permanencia antes del comienzo del choque contra la Real Sociedad, por lo que toda ansiedad que pudiera haber sobre el césped se podía disipar con total tranquilidad. No quedaba otra que disfrutar.
El partido comenzó con poco ritmo y con la Real Sociedad más volcada sobre la portería de Dimitrievski. El Rayo apenas inquietó la meta de Remiro, mientras que los donostiarra estaban más activos gracias a las internadas de Portu por banda derecha, que llegó a tener un par de manos a mano con el meta macedonio. La Real apretaba y el Rayo resistía sin demasiados problemas, mientras en la grada las dos aficiones cantaban y disfrutaban de una soleada tarde primaveral en Madrid. De hecho, la derrota del Atlético de Madrid en el día anterior dejaba la Champions a seis puntos para los Txuri Urdin, por lo que tenían una gran oportunidad para recortar distancias y asegurar al mismo tiempo su plaza de Europa League. De ahí se notó la mayor intensidad inicial de los de Imanol.
El Rayo no apareció en ataque en una muy floja primera mitad. De hecho, el gol acabaría llegando para los donostiarras. Un disparo de Sorloth desde la frontal en el minuto 32 ponía por delante a los visitantes. El meta macedonio no vio balón, que golpeó el palo izquierdo y acabó entrando al fondo de la red. No es que estuviera haciendo mucho más el equipo de Imanol o que estuviera siendo mejor que el de Iraola, pero estaban manejando el balón y las pocas ocasiones del partido habían sido suyas. El Rayo seguía con poca sangre y con los plomos fundidos en ataque, totalmente inoperativo en estos primeros cuarenta y cinco minutos. De hecho, tras el gol visitante, Iraola movió el banquillo y mandó a calentar a Trejo, Nteka y Óscar Valentín. Estaba claro que no le estaba gustando lo que veía sobre el césped. Su Rayo no era reconocible y se avecinaban cambios en la segunda mitad.
Pero parece que algo hizo reaccionar a los jugadores, porque estos últimos minutos del primer tiempo se vio al mejor Rayo. De hecho, las dos primeras ocasiones del partido llegaron seguidas en el minuto 40. Primero Unai López con un disparo desde la frontal que era repelido a córner por Remiro y después otro zapatazo de Álvaro García desde la frontal, fueron suficientes para que los donostiarras no se confiasen. Eran los dos primeros lanzamientos a puerta del Rayo en el partido, eso sí. Los franjirrojos buscaron con ahínco el gol en estos últimos minutos del primero tiempo, y el propio Unai volvería a tener otra ocasión con un disparo desde dentro del área que se marchó desviado. Fue un fogonazo, pero parecía que el Rayo despertó de la siesta.
Cambios para la remontada
Estaba claro que algo tenía que cambiar en la segunda mitad, y lo primero que hizo Iraola es una doble sustitución: entraban Óscar Valentín y Nteka en lugar de Pathé Ciss y Sergi Guardiola. Pero a pesar de ello, la primera la tuvo la Real, con una jornada por banda izquierda y un disparo de Portu que despeja como buenamente puede Dimitrievski, cuyo rechace está a punto de entrar a gol. No era el mejor comienzo, pero seguía el 0-1.
Eso sí, poco a poco el Rayo comenzaba a carburar con los cambios, aunque sin llegar a meter en serios problemas a la portería de Remiro. Por su parte, la Real también comenzaba a renunciar al ataque, y Álvaro García por la izquierda se antojaba como el principal valuarte ofensivo de los madrileños. La entrada de Trejo por Unai López quería darle esa chispa que le faltaba al equipo, y eso que Unai cuajó un buen partido el tiempo que estuvo sobre el césped.
Pero el tiempo avanzaba, el crono corría, y el gol no llegaba. La Real se sentía cómoda en defensa y el Rayo no acababa de generar problemas. Hasta que salió Falcao. El Tigre regresaba a los terrenos de juego dos meses después, y tal y como hizo el día de su debut, fue salir y marcar. El delantero recogía el rechace de un remate al palo para marcar a puerta vacía y poner el empate en el marcador. Se ponía el resultado justo en el marcador, ya que el Rayo no estaba siendo inferior, y la grada coreaba: “El Rayo es de Primera”.