Alcorcón 1-2 Rayo: “Despejando dudas”
CRÓNICA QUINTA
Visitaba el Rayo Vallecano al conjunto alfarero, un partido que atraía la atención de todos por la cercanía en la clasificación y las ganas de derbi que había entre las aficiones de los dos equipos. Ganas de fútbol. Ganas de goles.
Mientras, en el presente, la vuelta al fútbol empezaba a parecer posible. Suenan ya en radios y televisiones los ecos de la vuelta de los equipos alemanes. Nos cuesta ver a los jugadores entrenando de forma individual, pero el menos se inicia un contacto con el césped. De pronto, parecía que volvíamos a retomar nuestros sentimientos hacía la franja que, por un momento, se apagaron de una forma que nunca habíamos podido presagiar.
Y en el futuro, en Alcorcón, las gradas seguían vacías. Nos tendremos que acostumbrar a este triste silencio.
En los primeros compases del encuentro se vio a un Rayo bien plantado en el campo. Pese a ello, hubo más ataques y con más peligro del equipo alfarero. Hasta que llegó el gol de Arribas, tras una internada por la banda, se veía venir. El gol en contra sentó como un jarro de agua fría al equipo y se acabó la primera parte pidiendo la hora. Pudo llegar el segundo y acabarse el encuentro. Por suerte no fue así.
Una vieja aficionada del Rayo que siempre come su bocadillo en el descanso, se quedó sin hambre. Su marido sí se lo comió mientras veía una serie, pero la ilustre rayista tenía un nudo en el estómago que no le dejaba probar bocado.
Pero todo cambió de nuevo en la segunda mitad. No sé qué arenga nueva tendrá Jémez que hace salir a los chicos al campo con otro espíritu. La valentía, el coraje y la nobleza ya no brillaban por su ausencia. El Rayo apretó y consiguió su propósito. De Frutos se encargó de firmar el primero. Control en el área y golazo. (La seguidora de la franja le quitó el papel de aluminio al bocadillo y dio con ganas el primer bocado. El nudo del estómago empezaba a deshacerse. El marido seguía con su serie, ni se inmutó).
Lo mejor de todo fue que el Rayo no se vino atrás, buscó la victoria con ahínco, con planta de equipo de primera. Y cuando se busca, se encuentra: internada por la banda de Villar y remate inapelable de Andrés Martin que volvía a encontrar su cita con el gol. Y después, gritos, pero ni un abrazo, ni montoneras de jugadores, ni saltos unos encima de otros. Nada. Solo gritos. Pero mucha alegría.
Que se lo digan a la de la franja que se comió el bocadillo en un pis-pas. Y se levantó para darle un abrazo a su marido, pero no le hizo ni caso. Él seguía con su serie y la rayista con su alegría.
Todo un recital de segunda parte que certificaba que el Rayo iba en serio y que se tenía que contar con él como uno de los mayores candidatos al ascenso.
Otro pinchazo del Girona hizo que se acercase ya al quinto puesto de la clasificación.
(¿Por qué no soñar con que esto pase cuando se reanude la competición?)