En días señalados, mi conexión de Internet, sea cual sea mi proveedor, decide que el encuentro que voy a ver será contemplado con unos segundos de retraso.
Ocurre solo en finales continentales de fútbol convertidas en duelos de máxima vecindad, partidos de mi equipo en Champions o partidos del Rayo Vallecano como este.
El operador quiere ahorrarme el sufrimiento usando su propio VAR y sin embargo me da martirio, ya que no hay cosa peor que gastarse una pasta para oír campanas desde la calle y vivir el suspense de saber qué diablos habrá ocurrido.
Estas viendo el partido y el balón sale mansamente por la banda. Oyes un grito de euforia que acaba en alto y treinta segundos Bebé remata como lo haría yo un pase de Pozo.
Un rato después oigo un grito similar y la realidad me confirma el “uy”. El balón llega (otra vez) a Pozo y la pena es máxima. El balón choca frontalmente con el poste. Las únicas víctimas del accidente fuimos nosotros.
Luego escuchas gritos y al rato Medrán juega el balón a un compañero con una consecuencia inesperada, amarilla que acarrea suspensión (recurrible y eliminable si alguien en el club hace los deberes).
Voy tarde y mientras estoy protestando con la tranquilidad de que solo me escuchan los vecinos el viento trae mas bronca. Melero exagera una caída en el área, Tito le afea su actitud, se encaran y el veterano zaguero franjirrojo le agarra del cuello y se gana otra amarilla . Torpeza.
Termina la primera parte con empate a cero y Huesca y Rayo van con retraso . Necesitan marcar.
Pasan los minutos y comienzan los nervios, los errores, el rival se entona y cuando todo parece complicarse oigo un grito de júbilo.
Me siento relajado a esperar el gol y algo no encaja. Mientras yo celebro el pase a la red de RDT el juego de tapias que me traslada a Vallecanfield se pone en “MUTE”. Me temo lo peor y se confirma. El VAR no da validez al gol. Es fuera de juego.
El Huesca se crece y al Rayo se le funde la batería. Empieza a llegar tarde a las acciones. Pozo, nuestra gran esperanza blanca casi no puede correr. Álvaro García demuestra otra vez ser un fichaje muy caro para el Rayo. Raúl de Tomás intenta forzar faltas. Aún no lo sabe, le pasará factura.Recibe una tarjeta que le impedirá jugar en Sevilla. Los últimos minutos se convierten en “Etxeita´s Time”. El zaguero azulgrana llega tarde en tres ocasiones que pudieron cambiar el destino. En las dos primeras derriba al 9 rayista dentro de su propia área, pero el viento no me trajo gritos de alegría por lo que supe que el trencilla ignoró el VAR. En la última pudo marcar pero cuando acariciaba la gloria Galvez evitó la derrota de la franja. El 0-0 final deja a todos, jugadores y técnicos, rotos pero orgullosos de los suyos que pudieron perder pero merecieron ganar.