LA CONTRACRÓNICA
Hay pocas cosas que animen más que el abrazo de un niño. Deambulaba de la cocina al salón, del salón al baño, del baño al salón…sin encontrar explicación. Mi hijo pequeño me abrazó y…vaya, ¡qué subidón! .
Antes de empezar el partido un “amigo” me pidió impresiones y pronóstico sobre el Rayo-Barça. Le dije al “tío” que iba a ser duro, pero que íbamos a ganar 3-1 con emojis de “me da la risa”.
Me puse a ver el partido y a los diez minutos me dieron ganas de quitarlo. Suárez había marcado, su equipo controlaba en plan mandón y los jugadores de la franja corrían tras la pelota como pollos sin cabeza.Pensé en Isi y su malla rellena de goles del Barça como despedida, pero este equipo de Valverde no es lo que era. Funciona como los sistemas de iluminación de mi trabajo, los puedes poner en automático o manual. El automático optimiza recursos, pero en determinadas franjas el sistema funciona “a medio gas”. Así fue. No sirvió el aviso de Pozo que , en la primera llegada de los de Michel, se anticipó a Sergi Roberto pero le faltó frescura para embocar el “putt” en el hoyo. Fue justo al contrario. El Rayo se animó y empezó a parecerse a ese equipo alegre y jugón que no termina de arrancar. El 22 de la franja se disfrazó de 17 de los Warriors y como Chris Mullin (juveniles franjirrojos, buscadlo en YouTube) marcó con una cruz su lugar predilecto fuera del área. Esta vez le cambió de lado al portero, pero como ya hiciera frente al Athletic, introdujo el balón en la meta pegado al poste.
El Rayo controló sin sobresaltos el juego hasta el descanso, y mientras cenaba en él pensaba que aparecería en la segunda parte de nuevo el gafe, el maleficio en forma de cantada de cualquier miembro de nuestra zaga, de nuestro capitán , del árbitro de campo o del VAR. Ni aparecieron estos ni apareció el Barcelona, que rezaba a San Messi , lesionado y seguro molesto en su casa. Salió Dembele…agua, y el Rayo a lo suyo. Era tan sorprendente el tema que Gálvez empezó a tocar , Amat se animó a salir de la cueva, Embarba era punzante y Trejo ayudaba a Comesaña e Imbula a no estropear el partido. El impulso de Advincula y Alex también contaban. Cuando salió Alvaro dudamos un instante, ese que tardó en aprovechar el rechace del remate de Raúl de Tomás modo “mosca cojonera”para convertir su primer toque en gol. Júbilo, éxtasis,abrazos, crujir de dientes y temores. Los que teníamos todos menos los jugadores rayistas, dotados de un empaque inhabitual que obligó a Valverde a ubicar a Piqué de delantero centro, con un Barça que no era capaz de dar tres pases seguidos, que lo fió todo a los centros laterales y a empujar desde los lados con Munir y Ousmane y por el centro con Vidal. Empezamos a respirar y vencer los miedos cuando en un gol que hubiera marcado el Wimbledon de Vinnie Jones en la Premier en los 90, Piqué dejó con la cabeza de cara para Dembele que disparó raso y preciso con tanta clase que fue premiado con la suerte que no mereció su equipo, pasando bajo las piernas de un zaguero y un compañero y entrando junto al palo contrario. Eso, un palo. Todos habíamos visto muchas veces esas remontadas del Barça pero nunca jugando tan mal y sobre todo tan infiel a su estilo. Por eso la sensación seguía sin ser la de un peli…zas, a la lona. Centro lateral,Embarba no sigue al segundo palo a Suárez, que lo afeita sin espuma ni nada , rápido y preciso