LA ESCUADRA
Dos semanas después, con el ascenso frente al Lugo todavía en la retina, puedo decir sin miedo a equivocarme que el 27 de mayo de 2018 está entre los tres mejores días de mi vida.
El gol de Álex Moreno, el pitido final… pero, sobre todo, el momento en el que los jugadores, sus familiares y la prensa nos quedamos en el césped, con el estadio a rebosar a nuestras espaldas.
Los cánticos, los gritos, los lloros… nunca había vivido algo así en persona. El Tamudazo estuvo bien, y el anterior ascenso me pilló tratando de soportar las hormonas y la tontería propia de la edad, pero esta vez fue diferente. El encuentro frente al Lugo va directo a la vitrina de recuerdos más preciados.
Esta vez no voy a analizar nada en profundidad, ni a opinar sobre un tema importante. Simplemente quiero dar las gracias a todos los que me han permitido vivir y sentir al Rayo Vallecano como si fuese mío.
A todos los vallecanos que me han acogido como si hubiese nacido en la Albufera. A todos los rayistas que demuestran día a día que hay vida más allá del fútbol grandioso y ostentoso. A todos los que hacen posible que un barrio esté en Primera división. Gracias. Muchas gracias.
Ahora afrontamos otro sueño. Cubrir con nuestro humilde medio toda la información de un club que se codea con los mejores del país, y la ilusión y las ganas no pueden ser mayores. Me sobra el verano. Que me traigan ya septiembre, porque quiero Liga, Franja y goles. Quiero Rayo. Quiero cuero… Quiero mi droga.