Era el minuto 70 del choque contra el Sporting de Huelva. El partido seguía en empate y entraba en su punto más intenso y decisivo. Sheila García, una de las más activas y peligrosas del ataque rayista durante el encuentro, se internaba por banda derecha cuando, tras un forcejeo con la defensa andaluza, se tiró al suelo pataleando y revolviéndose con claros signos de dolor. Se tocaba el hombro: aparentemente, se le había salido.
Rápidamente, las asistencias médicas del Rayo Vallecano salieron para atender a su jugadora. Después, no tan rápido, acudieron los sanitarios de la Comunidad de Madrid, que se llevaron a la liviana jugadora madrileña en camilla hasta la ambulancia, donde fue atendida. Todo el mundo que ha sufrido este dolor habla de lo molesto e intenso que es. A pesar de todo, Sheila estaba convencida de volver al campo.
Además, el Rayo estaba con una jugadora menos. Y no por expulsión, si no por las lesiones. Carla y Jeni habían sido sustituidas obligadamente en la primera parte por sendas lesiones y minutos antes del incidente de Sheila, Irene Ferreras agotaba los cambios con las entradas de Sole y Oriana en busca de la victoria. Encabezonada en no querer dejar a su equipo en inferioridad, Sheila quería que le vendaran la parte dolorida e intentar probarse sobre el campo. Por ganas y compromiso no iba a ser. Sin embargo, por prevención y por el dolor, finalmente se quedó entre lágrimas en el banquillo. A estas chicas no hay quien las pare y esto es una muestra de ello.
Para tal vez un poco de alivio de conciencia de Sheila, que aguantaba impotente en el banquillo, cerca de 15 minutos aguantó el conjunto rayista con una menos porque al filo del final y justo antes de la prórroga, la defensa onubense Sandra Bernal era expulsada y las fuerzas se igualaban. El resto de la historia ya la conocemos. Ana Valles estuvo inmensa y las chicas no perdonaron desde los 11 metros para meter al Rayo en los cuartos de final de la Copa de la Reina, aunque pagando un peaje bastante caro por las lesiones de Carla, Jeni y la propia Sheila.