LA ESCUADRA
No iba para nosotros. Ni para los periodistas ni para los cámaras ni para los técnicos de sonido. Esa rueda de prensa iba para los jugadores y para él mismo. “No puede ser. No puede ser. Si Suárez me mete un golazo me lo como, pero de centros laterales no“. Golpe en la mesa. El sábado, Míchel sentía como un aficionado más. El problema está detectado, pero la solución…
“El orgullo está muy bien, el que esto es el Rayo Vallecano está muy bien, pero hemos perdido“. No sé si lo dijo exáctamente así pero era la idea que volaba por nuestras cabezas. ¿Nos creemos ya que somos un equipo de Primera? ¿O seguimos con el sentimiento como único bastón en el que apoyarse? Es cierto que la franja ha paseado sus encantos por Segunda más que por Primera división, pero ahora está aquí, encerrando y bailando al Barcelona. Lo del sábado no puede ocurrir. Y no lo digo yo, lo dice Míchel I de Vallecas.
El orgullo viene de serie. Metámosle algunos extras. De goles, de defensa y de puntos. Cualquier equipo del mundo sabe meter centros laterales. Es la táctica más vieja del fútbol. Y un equipo de Primera tiene que saber defender eso y más. Porque da rabia. Mucha. Sobre todo saber que no se merecen estar donde están. Que el juego y las ocasiones no son acordes a su situación. Si me apuras, hasta la cifra de goles anotados es buena. Hay que ir un paso más allá.
Quiero pensar que lo del sábado fue un toque. El último toque. El punto de inflexión que hará ir hacia arriba. Lo que tengo claro es que algo cambiará, o a peor o a mejor. Porque el choque frente al Barça fue un shock. Mejor que sea bueno.
Hubo muchos que salían del Estadio tras el pitido final hablando de orgullo y de valor. De como los suyos se habían dejado la piel. Igual es hora de pensar más grande. Como dice Míchel. Eso está muy bien, pero no da puntos. Con los jugadores que tenemos y con el sentimiento que hay en la grada, hay ingredientes para preparar platos de alta cocina. No nos conformemos con esforzarnos en hacer el mejor Whopper.