DE OTRO PARTIDO
Embarba, su entrega.
En un partido de una tristeza que no concuerda con estas fechas, viciado de errores y de un fútbol tosco, amateur -una colección de pelotazos- Embarba fue el cromo destacado. No solo por el penalti que provocó ni por el gol que hizo. Tuvo solidaridad y corrió como nos gustaría que corriera siempre.
EL REMAKE
Delantera fantasma.
Piovaccari pone ganas, pero o no llega al balón, o llega tarde o está en fuera de juego. No tiene mucho más repertorio que esas prestaciones. El Rayo necesita un nueve, la camiseta con ese número flota vacía en el área. De momento no la llenan ni Ulloa ni Piovaccari. Ha sido un error dejar que Sergio Moreno se marchase al Mestalla. Con dos nueves veteranos no se ve mucha solución.
VENTANILLA DE RECLAMACIONES
¿Hay mediocampo o solo hay jugadores que pasan por el mediocampo?
El mediocampo del Rayo es una zona de tránsito. Hay gente que pasa por allí, pero no se ubica, no pertenece a ese sector. Los supuestos mediocampistas son nómades del mediocampo, lo dejan no se sabe muy bien para qué, porque tampoco es que aparezcan por sorpresa en otro sector y justifiquen desertar del puesto asignado. Mario Suárez juega con tanta libertad que a veces no se sabe si está en el partido o ha abandonado el estadio. Hoy, a Pozo, apenas se lo escuchó en el relato, y Trejo, al diván.
RECUERDO DE LAS PALMAS
Empate buscado y conseguido.
Las Palmas fue Viera y Pedri, nada más.
El Rayo jugó todo el segundo tiempo con 10 y Jeméz renunció de manera inteligente a la victoria, metiendo cambios defensivos para aguantar un asedio tibio, fácil. ¿La sensación? Empate controlado en todo momento.
EL DIVÁN
Trejo, Milic y Advíncula. Tres noes.
Trejo no puede hacerse expulsar con esa mano tan inocente. La mano inocente del sorteo que fue el resto del partido.
Milic no puede hacer tantas faltas, llegando tarde a balones cerca de la propia área.
Y Advíncula, en el primer gol, no puede dejar solo a Narváez.
Ojalá pronto vengan síes.
EN DEFENSA DE…
La mariposa Dimitrievski.
Defensa sacrificada, pero otra vez el jefe moral fue Dimi. Hay una gran distancia, una evolución entre el Dimitrievski de Fuenlabrada, dubitativo, inferior, titular-suplente y este de los últimos partidos. La crisálida mutó; y ahora la mariposa sale en los tiros de esquina, grita, no da rebotes. Aquella crisálida no tenía alas y estaba fija, colgada del larguero. La mariposa Dimitrievski vuela. Celebramos la transformación.