DE OTRO PARTIDO
Dimitrievski evitó el empate, pero del Rayo.
Pese al gol temprano, el Rayo estaba jugando muy bien; lo tenía para empatarlo y hasta para ganarlo. Cuatro oportunidades claras y dominio del partido, más allá del palo después del tiro libre de Pardo. La absurda protesta de Dimitrievski terminó con cualquier esperanza. Se cargó las ilusiones. Un Leganés que no hizo casi nada se llevó tres puntos gracias a un Rayo que otra vez no supo estar a la altura de sí mismo.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
Pozo fue el GPS.
El resultado adverso no impide ver el fútbol inteligente y ordenado que el Rayo desplegó. Estético, pensado, sin tanta lotería del pelotazo. Se jugó más por tierra que por aire, como debería ocurrir siempre, porque el Rayo tiene mejor pie que cabeza (dejemos a los buenos y contados cabeceadores para las pelotas paradas). Pozo está afianzado, mostró su clase; rodeado de Trejo y de algunos desaparecidos, supo una vez más decir “aquí estoy”. Ante un Leganés aturdido y confuso el Rayo estaba siendo claridad. Pero llegó la imperdonable torpeza de Dimitrievski.
ENVUELTO PARA REGALO
Perdonando cuatro veces.
Si fallas esas ocasiones en una pachanga entre amigos, te gritan. En una cita como la de hoy, no se pueden fallar. Una de Qasmi, otra de Álvaro y dos de Pozo. Todas, clarísimas. ¿Faltó suerte o sobró ansiedad? De cara al gol el Rayo dio la espalda.
LA BOTELLA MEDIO LLENA.
Tres puntos morales.
Se vio a un equipo con ideas (sin ideas se lo vio a Dimitrievski). Fue, aunque se haya perdido, uno de los mejores partidos del Rayo fuera de casa; incluso mejor que alguno ganado. Pero las matemáticas son crueles y mandan. Recordemos aquella frase que puede aplicarse a la clasificación: “Los goles no se merecen, se hacen”. Hoy el Rayo perdió contra el Leganés mostrándose en carne y hueso, no como un equipo fantasma.
EN DEFENSA DE…
Luca Zidane, debut y maquillaje.
Brillante en sus cuatro intervenciones. Dos fueron muy difíciles. Entró en un partido complicado y supo mantener la esperanza que Dimitrievski le quitó al Rayo, sobre todo cuando en los últimos diez minutos el Leganés se quedó también con un hombre menos. Gran debut, con honores en la derrota y maquillando un 1-0 que, después de que podría haber sido 1-4, pudo ser 3-0.
Iraola sacó toda la artillería al final, pero en la expulsión – a mi entender- se equivocó en el cambio. Tendría que haberse ido Valentín, no Trejo.
Y como nota destacada, el penalti no pitado. Mano clarísima. El árbitro y el VAR miraron para no sé dónde. Bochornoso. Pero bueno, habría que haber metido por los menos dos de los cuatro fallados…
El Rayo es impredecible; ilumina y se apaga; brilla y nadie lo ve; no encuentra el camino pero tampoco está desencaminado.
¿Estaremos alguna vez con una ventaja cómoda de puntos, en una zona placentera de la tabla como para asegurarnos luchar por un puesto de ascenso sin tener que sacar la calculadora en cada jornada? ¿Podremos, algún día, dejar de hacernos preguntas tan largas como la anterior?
Un saludo, gracias por la vista y hasta la próxima crónica.
¡Aúpa, Rayo! ¡Fuerza, Vallecas!