Por Marcos Maggi / Imagen: Rayo Vallecano
DE OTRO PARTIDO
Trejo y nada más.
Seis partidos sin ganar y todos los partidos con Jémez. Trejo otra vez intentó llevar el Santa Inés a buen puerto, pero los marineros no remaron. Estaban, bajo la lluvia, entregados al ahogamiento. El Rayo fue un equipo irreconocible. Después de un gol que recibió en los vestuarios, se metió atrás cuando había que buscar el partido y ganarlo; aceptó jugar al pelotazo y esa propuesta, tan cómica, tan falta de personalidad futbolística, definió y sentenció a Jémez.
EL REMAKE
Fútbol del espejo.
Las salidas del balón, más que salidas son entradas para ellos. El Rayo vive imitándose y, carente de ideas, clona rápido lo que propone el rival. Se mira en él y lo calca. Hoy el Rayo fue otro Oviedo, pero un Oviedo peor que el Oviedo.
VENTANILLA DE RECLAMACIONES
Jémez ya tiene crédito solo en su cuenta corriente.
En el banco, sí, pero en el banquillo, no. Se terminó, Paco. No se entiende no poner a Advíncula en un partido rápido y mojado como el de hoy. No se explica no poner a Pozo de inicio y hacer experimentos con Martín. Ni mantener a Ulloa. Tampoco que no juegue más minutos Andrés Martín. Ni que juegue tantos minutos Álvaro. En fin, no se entiende que sigas en el Rayo.
Hace falta una revolución, o una señal de revolución. Y pasa por cambiar al técnico. Lo siento, no se puede esperar más. El equipo no juega a nada y ni sabe conservar un empate contra uno de los peores conjuntos de la categoría. Ya es casi tarde para todo, ojalá no sea tarde para conseguir la permanencia.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
El final de un etapa mentirosa.
Al que pensaba en el ascenso, hoy más el fútbol que la lluvia le ha dado un baño de humildad. Viendo la tabla, el partido parecía fácil; viendo al Rayo, podía pasar cualquier cosa. Y pasó lo que un realista podía esperar.
EL DIVÁN
En la consulta, los habituales más una nueva visita.
Ulloa, Jémez, Álvaro, Tito, Embarba y hoy también Catena. Sí, porque cometió un penalti en el momento en que el Oviedo más lo necesitaba. Ulloa está pesado y es un imán de amarillas. En el minuto 25, Álvaro tuvo el gol y demostró que el pánico escénico no lo abandona. Era picarla por encima del portero, pero no: quiso regatearlo. Tito cumple pero, dentro de su corrección, muestra errores que siempre son oportunidades para el contrario. Embarba fue el gol y más noticia por el corte en la cabeza que por su juego lleno de adjetivos que parecen una alineación: displicente, aletargado, monótono, previsible. El mediocampo no existió. Los centros bien tirados, tampoco. Ojalá sea la última visita de Jémez a la consulta.
ENVUELTO PARA REGALO
Catena, Papá Noel.
En el 1-1, el regalo había sido de un ex rayista: Arribas, pero Catena devolvió el buen gesto regalando un penalti absurdo, de libro futbolístico de niños. Clarísimo. No lo paró ni Dimitrievski ni Paco.
Si el Rayo sigue así, el disfraz de Catena va a competir con el de Papá Noel esta Navidad. ¿Próximamente en la tienda oficial del club?
EN DEFENSA DE…
Dimitrievski, pese a todo.
Estuvo valiente en los centros, dio seguridad y jugó bien con el pie. Es el portero que el Rayo necesita, lo que ocurre es que juega con un sistema que el Rayo no necesita, que Jémez se inventa no se sabe para qué. El equipo juega metido atrás y, cuando demora la salida del balón, uno piensa “está ensayado, ahora se viene el pelotazo a un hombre libre”. Semeja el pensamiento de un filósofo, los segundos de silencio antes de una reflexión genial. Pero nada: lo dicho después de la espera es una sandez, y a todo ese prólogo, tan largo e inútil, no le sigue ningún libro. Este Rayo no ilusiona (cuando ilusionó fue una ilusión). Lo que ilusiona es que las cosas cambien. Y el cambio ya sabemos por dónde tiene que empezar.