DE OTRO PARTIDO.
Cazorla y poco más del Villarreal.
Da bronca. El Rayo no perdió contra un equipo de Primera; perdió, una vez más, contra sus propios errores. Los que cometió al fallar los goles en la primera parte y los que concedió -infantiles, de fútbol 7- casi en el final del partido en los goles del Villarreal.
Otra vez Jémez se equivocó -o fue rácano, especulativo- con la alineación y con los cambios y echó el partido a la suerte. Y la suerte fue mala suerte. Entregó el partido a depender de un milagro que, es verdad, pudo producirse; pero las ideas de Jémez apostaron de inicio por la lógica: que pasara el Villarreal. Y, además, apareció Cazorla. Lo tenían guardado, y cuando salió, Jémez no pareció ver el cambio y el Villarreal fue otro equipo, el de siempre.
EL REMAKE
Hay jugadores que no están para 90 minutos. Esto no es un entrenamiento.
Milic se cargó temprano con una tarjeta y Tito en la segunda parte estuvo ahogado, por su banda entraban todas las jugadas. Caminaba y no ganaba ni un duelo; pero Jémez decidió hacer cambios ofensivos. Ni Advíncula (Catena en la grada) y ni Saveljich. Cuando debería haber equilibrado las zonas del equipo con los cambios, quitó tarde a un desastroso Álvaro García para poner a un repetido Ulloa. Adrián jugó solo y perdido arriba. Un falso nueve, sin compañía, es todavía más falso. Es casi un nueve chistoso.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
Isi borró a Embarba.
El nuevo fichaje ilusiona hasta a la familia de Embarba. Ni siquiera ellos se acordaron hoy de Adri. Le puso clase, sumó cosas distintas y defendió con sacrificio. Se mostró por aquí y por allá, cubriendo varios puestos con una versatilidad que recordó a Movilla (por su parecido físico también) o a Beltrán. Pero sin duda que hizo olvidar bastante a Embarba, un caminante efectivo que ya, en los últimos partidos, pensaba en el traspaso. Bienvenidos los que piensan en el ascenso.
EL NÚMERO 12
La garganta, cansada, siguió gritando.
Muchos conciertos en pocos días y, en ocasiones como estas, hubo que afinar mejor. No importó el resultado adverso. Las cuerdas vocales vibraron con la noche de Copa y le pusieron música al equipo otra vez siempre: durante el 0-0, el 0-1 anulado por el VAR, el 0-1 y el 0-2. Y hasta se cantó el himno del Rayo. La voz está bajando al césped y eso se siente en el corazón y en las botas.
EL DIVÁN
El que más había pedido cita, volvió.
Cuando Jémez se equivoca lo hace de manera tan evidente que sus errores no pueden discutirse. Hoy, falló en casi todo (hasta en las declaraciones simpáticas-empáticas en la rueda de prensa). La alineación fue para salir a perder, los cambios llegaron tarde y han sido malos. Durante el partido el equipo se encerró atrás después de fallar ocasiones claras y se planteó una estrategia contradictoria: cambios ofensivos para jugar retrasado y sin cambios defensivos. No se explica cómo no se ve, después de tantos partidos, que Ulloa cabecea para nadie, que la baja bien y la prolonga, sí, pero para el punta que deberían fichar.
No es la excusa, por favor, el haber jugado contra un equipo de Primera. El partido estuvo más fácil que el del Betis para poder ganarlo.
EN DEFENSA DE…
Martín, y perdonemos a Morro.
Martín, que tuvo un comienzo de temporada duro, con aquella sucesión de penaltis, expulsiones y don Paco que lo mandó a la nevera en la que se tendría que meter él por algún tiempo, hoy hizo un gran partido. Se las tuvo con un Bacca peleón que vivió quejándose. El inexperto anuló al sabio. Y después estuvo Morro, que en los goles no pudo hacer nada porque no tuvo culpa, pero sí hizo bastante para evitar otros claros y salió en los saques de esquina imponiendo la autoridad de un guardameta hecho y ya casi pisando la alargada sombra de Dimitrievski. Morro: portero con un futuro que esperemos siga viviéndolo en el Rayo.
Adiós a la Copa. Hola, más que nunca, a la Segunda División. Fin del sueño duplicado. Soñemos solo con lo que más toca y que la realidad, por favor, se parezca cada vez más al sueño.