DE OTRO PARTIDO
Nadie comprende a De Frutos.
Hay que soñar con prudencia, soñar con un objetivo más corto o despertar a una realidad cuyos vaivenes nos cambia todo el tiempo el ánimo y la respiración. Esto es un querer y no poder y, a veces, un no querer.
Cuando tenía los tres puntos, el Rayo perdió otra vez contra sus errores. Fue un equipo aletargado, sin identidad, que perdonó ocasiones muy claras, que en lugar de bajar el balón jugó sin sentido al pelotazo en zonas de defensas altos. Callado y perdido como la mayoría de los jugadores, Jémez no supo gestionar el partido. El único que dijo “Esto es fútbol” fue De Frutos, pero nadie lo escuchó, y con uno solo destacable más un expulsado y otros nueve borrados, es difícil sacar algo positivo. En el campo y aquí, en esta crónica.
EL REMAKE
Sigue la crisis futbolística.
Todavía no hay crisis matemática (yo hace mucho que dejé de pensar en el Ascenso), no hay crisis institucional, el club es lo que es y es lo que es desde hace mucho tiempo. Lo peor: no existe una idea clara de cómo jugar. ¿El equipo es defensivo u ofensivo? ¿Es defensivo y ofensivo? ¿Por qué las alineaciones cambian tanto? ¿Por qué ni siquiera un jugador como Saveljich, que había marcado goles importantes, no es convocado?
Este ambiente de secretismo que rodea a la relación entre Jémez y los jugadores -algo acostumbrado en su manera de dirigir un vestuario- ya se empieza a ver demasiado en los 90 minutos. Excepcional es que el Rayo haga un partido buenísimo. Lo de hoy fue un sinsentido entrenado en la semana.
ENVUELTO PARA REGALO
No se puede fallar tanto.
O sí, pero si también se acierta mucho.
Ocasiones que deberían haber sido goles: dos de Suárez, una de Isi y otra de Catena.
Y fueron regalos que se pagaron muy caros.
Más, cuando el Rayo, con diez, dio la sensación de jugar con siete.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
El golazo de Montiel.
Gran tiro desde fuera del área cerca de la escuadra izquierda del portero. Quedaban algunos minutos y un Rayo desordenado buscó el empate y encontró la derrota y una decisión polémica del árbitro y del VAR ante un posible penalti, casi en el final, a Catena. Gracias a Montiel el ojo no se fue vacío.
EL DIVÁN
Isi, Advíncula y Jémez. En ese orden.
La expulsión de Isi encaminó la derrota. Roja indudable; una falta necesaria, pero que hizo de manera poco inteligente. Con seguirlo y cogerlo era falta y amarilla, pero tirarse desde atrás al jugador, ya con el balón adelantado y cuando se iba solo a portería… El hueco que por esa banda no siempre cubría, quedó totalmente libre y por allí llegaron dos goles similares. ¿Por qué? Porque Advíncula fue un zombi. Sin ubicación, buscando hacer su batalla, le entraron por la banda y dos centros terminaron en dos goles. El partido fue a las 12:00. Advíncula se despertó a las 15:00.
Y qué decir de Jémez… Bien vestido, con elegante traje. Un maniquí. Los cambios, que urgían y dieron resultado, los hizo tarde: el de Montiel y el de Martín. Como dijimos, no convocó a Saveljich ni dio explicaciones de esa decisión y alineó a Milic, que es una caja de sorpresas dentro de la otra más grande: la caja Paco Jémez. Un mago al que se le ven los trucos y falla al hacerlos. El míster de un equipo que está perdiendo la magia. Y los partidos.
EN DEFENSA DE…
La mala suerte se metió entre San Dimi y Catena.
Y después de un choque, se escapó el balón que Dimi tenía controlado y llegó el 1-1. Cesión accidentada para que el Elche marque a placer.
No se perdió por esto. Dimi y Catena hicieron un buen partido, discreto, correcto, y en los goles Dimitrievski no pudo corregir los fallos infantiles de Advíncula marcando a rivales imaginarios y no a los de carne y hueso. Pero el portero estuvo valiente saliendo del área, bien con los pies y seguro por arriba. Lástima ese gol…
Hoy se perdió más por Isi que por el Elche.
El Rayo caminó, no corrió. Estuvo contemplativo, nada dinámico, fue un cómodo espectador de su propio batacazo. El futuro próximo es incierto. Si se ganaba hoy, quedaba claro que el Rayo seguía con la toalla en las manos. Todavía no la tiró, pero hoy tampoco la usó para secarse el sudor. Por favor, que no tengamos que usarla para secarnos las lágrimas.