Kike Medina / @KikeMedinaCruz
Giannelli Imbula (12 de septiembre de 1992) sigue el camino que recorrió Kakuta este verano y aterriza en Vallecas con el mismo objetivo: reencontrarse con su mejor fútbol. El nuevo jugador del Rayo Vallecano, al igual que Gäel, dio sus primeros pasos en Francia, en las filas del Guingamp. Con tan sólo 18 años dejó el filial del equipo bretón para instalarse en el primer equipo. Era 2010 y Giannelli iba a demostrar que ese salto prematuro no era casualidad.
Su despliegue físico y su capacidad de adueñarse del centro del campo no tardaron en darle la titularidad en el Satade du Roudourou. Por aquel entonces el Guingamp no atravesaba un buen momento y tras un coqueteo con Tercera volvieron a la categoría de plata, donde Imbula acabó de explotar. Sería en la 2012-13 cuando el mediocentro francés mostraría su mejor versión. El equipo bretón logró el ascenso y acabó subcampeón de la Ligue 2. Unos hechos que no pasaron desapercibidos para el Olympique de Marsella, que viendo el potencial de aquel centrocampista de gran despliegue físico lo ficharía por 7,5 millones de euros en el verano de 2013.
En Marsella, Imbula siguió su progresión, dos partidos con el filial bastaron para que la cúpula marsellesa se diera cuenta de que tenía un jugador diferente entre sus filas. La oportunidad en el primer equipo no tardó en llegar y con ella su entrada en el once. El futbolista francés crecía rápido.
En el Vélodrome, Imbula seguía exhibiendo unas capacidades físicas innatas impropias en un jugador de su edad a las que les sumaba un gran criterio con el balón y llegada área. Unas virtudes que no pasaron desapercibidas en Do Dragao. El Oporto pondría 20 millones de euros encima de la mesa por hacerse con el francés. Era 2015 y a Imbula se le auguraba un futuro prometedor.
En Portugal justificaría su precio a base de derroche en la medular. Pero, su estancia en Oporto sería breve. Sólo seis meses después de su llegada el Stoke City lo ficharía por 24 millones. Bajo la etiqueta de un centrocampista que responde al perfil de box-to-box que tanto gusta en la Premier League The Potters lo contrató. En Inglaterra, Imbula fue de más a menos. Su irrupción fue magnífica, se adueñó del centro del campo y demostró ser un jugador fundamental en el equipo en su primera campaña. Pero el rendimiento de Imbula iría de la mano del club inglés y poco a poco su juego se fue apagando. En su segundo año perdió protagonismo y eso se tradujo en un bajón en su juego. Cuando se le veía en el campo era errático con el balón, sin llegar a las zonas de presión como antaño… algo pasaba. Tras una temporada y media tocaba volver a Francia y reencontrarse. Y así fue. Se marchó cedido al Toulouse y todo cambió.
En el club occitano recuperó protagonismo, los 28 partidos disputados así lo avalan, y fue clave en la permanencia en Ligue 1. Ahora, tras un periplo por tres países y seis clubes y con tan sólo 25 años se enfundará la elástica franjirroja en calidad de préstamo, pero con el objetivo de demostrar que sigue siendo el mismo jugador que despuntó en Francia a una temprana edad.
¿Cómo juega Imbula y qué puede aportar al Rayo?
El nuevo jugador del Rayo es un centrocampista de gran recorrido. Un mediocentro rocoso que suma kilómetros en sus piernas a favor del equipo. Imbula hace gala de sus condiciones físicas para batallar en los duelos cuerpo a cuerpo por el esférico en la medular. Con el balón en los pies no exhibe una gran calidad, pero posee el criterio y la técnica suficiente como para producir una salida limpia del balón. Su mayor virtud es el físico, el cual le permite abarcar una gran zona del campo y emplearse a fondo tanto en labores defensivas como ofensivas, llegando incluso con asiduidad al área contraria donde puede armar su potente disparo desde media distancia. Pese a no poseer una gran envergadura (1,83 metros) se desenvuelve muy bien en el juego aéreo.
En Vallecas dotará a los de Michel de mayor equilibrio en el centro del campo y de un desgaste físico necesario para poner fin a los desiertos vividos en estas dos jornadas en la medular. Un prototipo de futbolista del que carecía le Rayo Vallecano esta temporada, el cual dotará de presencia, presión y criterio al centro del campo franjirrojo.