LA ESCUADRA
Tuve que asegurarme. ¿De verdad salía Míchel con esa cara tras la primera victoria de la temporada en casa? Ninguna diferencia entre ese rostro y el que estaba harto de ver partido tras partido en Vallecas. La exigencia de quien es consciente de que con eso no vale. Se ganó, sí… pero sin ser un equipo “reconocible”, como dice el míster.
Hay que aprender a disfrutar. Igual después de tanto tiempo sufriendo a Míchel se le olvidó. Es difícil. Parecía que el equipo se había acostumbrado a perder, como si la inercia fuese esa y todo el mundo la hubiese aceptado. Por suerte los franjirrojos se rebelaron. Bendito gol de Embarba. Porque sea como fuere, puede ser un punto de inflexión.
Jugando así, probablemente no vuelvas a ganar un partido. Probablemente te lleves los tres puntos una vez de cada 100. Qué más da. Tocaba soltar lastre. Y se soltó. Bocanada de aire y a seguir remando. Porque esto no para.
De todas formas, siendo justos, el Rayo estuvo horrible en ataque… pero el Eibar también. Compadezco a aquel o aquella que viese el partido sin ser de ninguno de los dos equipos. Pobrecillos. Por lo menos se puede rescatar la defensa franjirroja, muy segura y concediendo muy poco.
¿El resultado lo justifica todo? Yo creo que depende. En el caso del Rayo, sí. Al menos el viernes frente al Eibar sí. Tenía que ganar como fuese. Si no… La presión de verse abajo a veces asfixia y tres puntos siempre dan una moral que no se obtiene jugando espectacular y perdiendo.