EL TERCER TIEMPO
El calendario quiso que el Rayo Vallecano viajara a Albacete el sábado 7 de abril. Allí, en un lugar de La Mancha, cientos de aficionados franjirrojos se dispusieron a pasar un día para seguir con el sueño del retorno a la élite del fútbol español. El Carlos Belmonte volvió a ser testigo de otro desplazamiento masivo de la marea rayista, que ve más cerca la Primera División.
Con Zozulya hemos topado
Parecía que no iba a llegar el día. Ha pasado un año del fugaz paso del delantero ucraniano por el Rayo Vallecano, del fichaje más controvertido de la historia franjirroja, para poder ver cómo Zozulya se enfrentaba al Rayo. Al tío se le notaba con ganas, como para dejar claro que allí estaba él, y que quería ser el centro de atención. ¡Qué ganas tenía de marcar gol! Su entrenador, Enrique Martín, se dio cuenta de la relevancia que podía tener en el partido, por ello lo utilizó como revulsivo. Y casi le sale bien. Eso sí, a los cientos de rayistas que estaban en la grada no les hizo nada de gracia la presencia del ucraniano.
Sea como fuere, el Rayo Vallecano dejó claro que lo de aspirar al ascenso directo es una realidad. Jugó bien al fútbol, dominó el partido, apenas tuvo peligro en su área y ganó como ganan los grandes. Me quedo con eso de que apenas recibió ocasiones de gol, de la solidez de la zaga, con un Ba que a pesar de que estuvo a punto de ser expulsado, rindió a buen nivel. A ver cuanto dura.
En el centro del campo, dos titanes incombustibles que son los que están tejiendo la madeja de este Rayo Vallecano: Fran Beltrán y Unai López. Esos dos bajitos que ejercen de comandantes del timón, que llevan el peso del partido, que corren, que saben templar, contragolpear, frenar, pasar, regatear, … y junto a ellos, la magia de Trejo que comienza a despuntar atisbos de su mejor versión. Por su puesto, vimos en punta al killer franjirrojo, a un Raúl de Tomás que va camino de romper los registros goleadores de un futbolista rayista en Segunda División. Me quedo también con el buen hacer de Santi Comesaña, quien en la media punta cabalgó y trabajó para el equipo. Y creo que es justo destacar que Bebé ejerció de revulsivo.
Con ello se ganó en el Carlos Belmonte, un partido trampa, un encuentro que estaba marcado por el efecto Pelayo y Zozulya, pero que deja al Rayo Vallecano con más moral, con más capacidad y con la sensación de equipo sólido y grande de la categoría. Me gustó el equipo, me gustó como se desgastó, calibró y cocinó una victoria que permitió soñar a los casi 1.000 valientes que desafiaron la lluvia para ver a su Rayo ganar en Albacete.
Agárrense que vienen ocho semanas cargadas, con curvas, en las que el ascenso está cada día más cerca. Sueñen con ello.