El Rayo Vallecano es una montaña rusa, una puñetera locura. Maestro del ilusionar y desilusionar, despertó tarde pero lo hizo. Y qué barbaridad. Todo apuntaba a que la semana en la que el horizonte podía pintarse precioso iba a terminar en tragedia. Ante el Mallorca llegó un humillante correctivo (1-3); poco después, ante el Barça, el equipo remó para morir en la orilla (1-2); y aunque fue un halo de esperanza, el partido ante el Espanyol se puso 2-0 y pintaba a drama. Estaba siendo un desastre de tal calibre que la orquesta en el Santa Inés empezó a tocar mientras entraba agua por las escotillas… Pero este buque nunca se hunde. Nadie lo hunde. Y el Rayo está diseñado para aplastar gigantes.
El mejunje franjirrojo deja trazas de euforia: el equipo empezó siendo una calamidad y lo arregló al final. En la primera parte, como siempre, regaló. Y si la única norma del Club de la Lucha es que nadie habla del Club de la Lucha, la única norma en un partido en casa del Espanyol es que, al menos, no se lo puedes poner en bandeja. Pero el Rayo es un rival generoso, de esos incapaces de aguantar 90 minutos sin pegar el patinazo protocolario de cada fin de semana. Y con bestias como RDT o Puado enfrente, lo pagas.
Iraola, que tuvo que ver el partido lejos del banquillo (cumplía el primero de los dos partidos de sanción por su roja ante el Mallorca), empezó a tirarse de los pelos cuando en el minuto 8 llegó el primero. Centro de Darder desde la derecha y cabezazo de Puado dentro del área. Otra vez la misma sensación de desconexión que ante el Mallorca, de haber salido dormidos. Isi animó al equipo y obligó a Diego López a volar para despejar un disparo potente. Había esperanza.
E igualó el Rayo por alto, pero se lo anularon por fuera de juego. Álvaro García partió en posición antireglamentaria antes de rematar un centro de Advíncula. Bien anulado, no hay debate. Y al final, en vez de las tablas, lo que llegó fue el segundo perico. Error en la salida de balón, el cuero le cayó al pistolero RDT y este no perdonó. Chut potente y raso al primer palo que pilló descolocado a Dimitrievski. No lo celebró el ex delantero rayista por respeto a la Franja. Justo antes del descanso, Fran García mandó un balón al larguero en un centro que se envenenó.
Tras el paso por los vestuarios llegó la reacción del Rayo, que salió desmelenado, rebelde, loco. A los 2 minutos llegó el golazo de Isi. Falta en la frontal que el extremo puso en la mismísima escuadra, imposible para Diego López. Fueron minutos de asedio incesante por parte de los vallecanos. Trejo, dentro del área, rozó el empate tras disparar cuando tenía a Antoñín solo para darle el pase de la muerte. Le pidió perdón, sabía que se había equivocado. El Espanyol estaba en la lona mendigando un tiempo muerto. Y el Rayo le indultaba.
Melamed, con una volea impresionante, estrelló el balón en el larguero, mandando un aviso a navegantes de que en Cornellà-El Prat no hay títeres. Pero el Rayo hizo caso omiso y acabó asediando. Y remontando. Primero empató gracias a un zambombazo de Joni Montiel, que tras sacar una falta en corto y ver como nadie le encimaba debió pensar “bueno, pues la reviento”. Soltó un misilazo que tocó Diego López y entró en la portería. El 2-2 ya sabía a gloria tras ir 2-0, pero este equipo, cuando quiere, tiene una ambición que asusta.
Y Andrés Martín, apenas unos minutos después, dejó a Álvaro García solo ante Diego López. El gaditano la picó, superó al portero y desató la locura absoluta. En sus compañeros, en el banquillo y en la barriada vallecana. Nadie parecía dar crédito, ni siquiera el Espanyol, que se negó a bajar los brazos y apretó en los instantes finales. Miguelón, en el último minuto, obligo a Dimi a sacar una mano sublime y RDT, segundos antes, no llegó a rematar un balón por centímetros. Fue un desenlace de agobio y trincheras. Pero la Franja resistió. Reflejo de un club con alma guerrillera, de un equipo que cuando quiere es un coloso. Un favorito para el ascenso.
Una vez más el Rayo despertó tarde, pero lo hizo. No ganó por juego, ganó por pundonor. Es adicto a complicarse la vida, como adicto es el barrio a su Franja. La remontada hace que el ascenso directo pase de utópico a viable: son 5 puntos de diferencia con el Espanyol (y golaverage ganado, 4-2 de parcial). Aún así, de momento, los de Iraola ven el panorama asentados en zona de promoción. Todo, antes de recibir al Tenerife en Vallecas el domingo (18:15 horas, Gol TV). No valen más pasos en falso ni medias tintas. Quedan 19 jornadas, 19 finales. El rayismo quiere al Rayo de la segunda parte. Quiere valentía, coraje y nobleza.