Ni en Cornellá, Getafe, Barcelona, Villarreal, Ipurúa, San Mamés, Sevilla, Levante, Vigo, Gijón, Girona, Málaga, Fuenlabrada ni Elche. En ninguno de esos 14 partidos el Rayo Vallcano logró la victoria. Tuvo que llegar Almendralejo para revivir la utopía de ganar a domicilio. A la 15 fue la vencida.
El Rayo hizo una primera parte excelsa, aunque con tramos bipolares. Los de Jémez fueron infinitamente superiores en los primeros compases y encontraron el gol gracias a un jugadón de Bebé, que cabalgó 60 metros con el balón en los pies para acabar cediéndole la gloria a Álvaro García. Los más de 300 desplazados desde Vallecas entraban en júbilo.
Una alegría que con el tiempo se volvería contenida. La franja, esta temporada, es especialista en marcar y hacerse pequeña, en adelantarse y luego hacer creer a su rival que puede empatar, que son vulnerables. El Extremadura, que casi no había existido, recogió el guante y dio un paso adelante en la búsqueda del gol.
Dimitrievski -hoy titular relegando al banquillo al joven Morro- se mostró seguro y valiente. Detuvo los disparos exteriores y atajó los centros laterales. Era un muro. El Rayo sufría y achicaba aguas; su portero lo mantenía con vida.
Tras el paso por la bocana de vestuarios el Rayo despertó. Bebé, en el que ha sido su mejor partido, sin duda, de la temporada, marcó el segundo con un trallazo raso al primer palo desde dentro del área. Muy flojo Casto. Sólo habían corrido 5 minutos en el crono, pero ese tanto sí hacía creer con que este 19 de octubre era, realmente, el día.
El partido no perdió ritmo. Luna no se asoció bien con Ulloa en un pase de la muerte que era medio gol; Dimitrievski, fiel a su tónica, detenía los inocuos intentos blaugranas y Bebé, al que le salía absolutamente todo, disfrutaba como un niño pequeño.
Pasaban los minutos y el marcador no se movía, pero lo haría. Willy, recogería un balón muerto a la salida de un córner para fusilar con la zurda dentro del área pequeña. Celebraba el Francisco de la Hera mientras que los jugadores del Rayo pedían una mano previa al tanto.
El VAR haría acto de presencia y avisaría a Arcediano Monescillo para que acudiese a la pantalla a revisar la acción. No estuvo ni diez segundos el colegiado frente a la luminosa horizontal, no necesitó más. Borja Granero, justo en el momento previo a que le caiga el balón a Willy, remata con la mano. Es tan involuntaria como clara. El gol no subió al marcador.
Con el paso de los minutos el Rayo fue olvidándose del ataque y ciñéndose a la defensa. Jémez dio entrada a Milic en una declaraciones de intenciones pública y notoria: resistir, resistir como sea. Y se resistió.
El Rayo volvió a sonreír a domicilio, volvió a sentir lo que es salir de Vallecas y volver con los 3 puntos, se presentó como un equipo seriamente candidato y que no quiere descolgarse, de ninguna de las maneras, de la zona alta de la tabla. La pancarta de la zona visitante rezaba “hoy sí juegas con 12”, tal vez esa era la llave.
Faltaría el broche de Oro. El gol de penalti de Ulloa para poner el 0-3 y cerrar el partido.
Próxima cita, el sábado 26 de octubre, a las 16:00h, en Vallecas, ante la Ponferradina. Tal vez con 11; tal vez con 12.