El Rayo Vallecano tuvo 10 minutos medio buenos en todo el partido frente al Getafe. Fue un espejismo. Los azulones sujetaron a los franjirrojos durante prácticamente todo el encuentro. Sólo Raúl de Tomás supo zafarse momentáneamente de ese dominio para poner el empate en la segunda mitad. Sin embargo, los goles de Mata en la primera y Jorge Molina al final fueron suficientes para darle la victoria a un Getafe de Champions. Todos los balones divididos, los rebotes, los despejes, los uno contra uno… Todos fueron azulones. Así no. Este no es el camino de la permanencia, es el camino a Segunda división.
No por habitual deja de ser elogiable. Eran 300 rayistas, pero se comieron entero al Coliseum. En frente, tímida, una afición azulona que trataba de que todo el estario animara. Infructuoso. Antes también lo había intentado el speaker del Getafe. Nada, tampoco.
Míchel, que volvió a dejar a Advíncula en el banquillo en favor de Tito, no dejaba de desgañitarse desde la zona técnica. No se había llegado ni al ecuador de la primera mitad y no le gustaba lo que veía. Es verdad que ninguno de los dos equipos tenía ocasiones claras, pero en el Rayo abundaban las imprecisiones.
Daba la sensación de que los franjirrojos estaban mal colocados. El Getafe, sin virguerías pero seguros, se llevaban todos los balones divididos y los despejes. Y en una de esas, cambio de juego de izquierda a derecha donde Foulquier y Damián Suárez estaban haciendo un dos para uno a Álex Moreno, que despeja mal y el balón le cae a Mata, que no perdona. Gol del Getafe previa revisión de Alberola Rojas en el monitor del VAR por un posible fuera de juego de Foulquier. El colegiado, sin embargo, no consideró que el hoy extremo interfiriese.
Acto seguido, nuevo gol de Mata pero, esta vez sí, anulado por fuera de juego. El Rayo Vallecano no había creado ni una ocasión de peligro y estaba a merced de un Getafe que daba la sensación de que no hacía nada y a la vez todo. Sin mucho toque, sin recrearse… claro y directo, diluyendo a su rival como un azucarillo en un vaso de agua.
Y en la segunda parte, más de lo mismo. El Rayo no estaba. Parecía sobrepasado. Pero el conjunto de Míchel tiene algo que marca la diferencia. Algo con nombre propio. Raúl de Tomás. Qué bueno es. Este chico es una bendición para la franja. Un balón que le llegó en condiciones y un balón que alojó dentro de la portería de David Soria. Control orientado; uno, dos, tres pasitos y zurdazo para empatar el choque. El Rayo estaba vivo. Lo había resucitado RdT.
Con el tanto, los franjirrojos se fueron al ataque. Por primera vez sabían lo que hacer. Al menos el Getafe ya tenía el miedo en el cuerpo. Sin embargo, con el Rayo metido en el partido, Portillo se llevó una serie de rebotes y metió un pase en profundidad para Mata que, en vez de definir él, regaló el segundo a Jorge Molina. Varapalo de esos que duelen en lo más profundo.
Con esta derrota los de Míchel se hunden aún más en el pozo y pierden todas las vidas que le quedaban. La Segunda acecha y comienza a ser difícil escapar.