Segunda victoria consecutiva de los chicos de Ángel Dongil y de nuevo con el mismo guión que la anterior: dominio, bajón y sufrimiento. La igualdad en la categoría es máxima y cada punto va a costar su sudor. Esta vez, el gol de Álex Cano vale su peso en oro y afianza al Juvenil A en la tercera posición.
El partido era importante por dos motivos: primero para encadenar dos triunfos consecutivos para dar confianza al equipo y segundo por el rival, que antes del partido estaba a dos puntos de los franjirrojos. El estilo de este equipo es claro: salir a dominar los partidos e ir al ataque. De nuevo saltaron al césped de la Ciudad Deportiva con esta mentalidad, tal y como se pudo ver la semana pasada contra el Rayo Majadahonda, pero de nuevo volvió a faltar acierto en los metros finales.
El Aravaca, bien plantado atrás y con 5 defensas de inicio, cedió la pelota al Rayo que se encontraba cómodo con ella. Sin embargo, las ocasiones claras no llegaban. De hecho, en la primera parte, tan solo tuvo una oportunidad clara Rubén de Tomás, que no supo definir en el mano a mano con el portero rival. El resto de llegadas se perdían justo en la decisión final de los delanteros rayistas, que a pesar de ello, se mostraron muy activos y la sensación de peligro era real. Lo mejor de la primera mitad: la seguridad defensiva.
Dongil, un técnico que solo hace falta verlo para saber lo exigente que es, seguramente pidió más de los suyos en los vestuarios y se plasmó en el inicio de la segunda mitad. Con un poco más de empuje, ganas y convicción salieron sus jugadores a por el partido. Eso sí, apareció Miguel Morro para hacer una parada crucial para evitar el gol del Aravaca en la primera llegada de peligro de todo el partido. Un detalle de portero bueno: no interviene mucho pero cuando lo hace es para salvar el rumbo del partido y los puntos.
La entrada de Igor por banda izquierda fue clave. El extremo aportó esa energía extra que el equipo necesitaba. Se palpaba algo diferente. Esta vez se rondaba el área pero se llegaba, se tiraba y se ponía contra las cuerdas al rival. Y como suele ser habitual, se obtiene la recompensa. Chumi disparó al larguero y Cano aprovechó el rechace para hacer un gol típico del dorsal que porta, el 9. Aprovechando la corriente, el Rayo estuvo a punto de ampliar la ventaja con dos ocasiones claras de Chumi. Sin embargo, a partir del 70 llegó de nuevo el bajón.
También empujado por el buen hacer y la necesidad del Aravaca, los locales dieron un paso atrás. Sin llegar a ser un dominio aplastante, los visitantes pusieron a prueba de nuevo a Miguel Morro, que se mostró de nuevo fiable en los balones colgados al área y cada vez que era exigido. En el tramo final, el conjunto franjirrojo se logró quitar la presión de encima y manejó bien el último tramo, donde apenas se jugó hasta el pitido final. Nueva victoria. De nuevo sufrimiento, pero nadie dijo que iba a ser fácil.