Todavía hay algunos que se siguen preguntando porqué ser de un equipo pequeño. No entienden cual es el motivo que lleva a muchos a rehuir de la posibilidad del “disfrute” constante. La victoria cómo rutina, el triunfo como hoja de ruta. He de reconocer que este ha sido un dilema que me persiguió en mis inicios como aficionado, pero mis orígenes pueblerinos se encargaban de darme respuesta a esas incertidumbres morales.
De los miles de motivos que podría exponer a ese aficionado dudoso, habría uno que ensalzaría por encima del resto, y ese motivo tiene su origen y razón de ser en las cuerdas vocales. De todas las sensaciones vividas en fútbol, ninguna se aproxima a la de cantar un gol. Hasta ahí todo correcto. Pero no todos los goles son iguales, pese a que su valor numérico no varíe.
Están los goles lógicos, es decir, aquellos que ya ni celebras. Al fin y al cabo, lo normal es que antes o después tuviera que llegar. En este caso, el disfrute es confundido con la monotonía, y esta, nunca es buena compañera de baile. Suelen darse en aquellas situaciones donde la diferencia entre rivales es notoria.
Luego están los goles mentirosos. Son los que te hacen creer cierta emoción en el momento pero al poco de ser anotados pierden toda su adrenalina. Este tipo de dianas suelen salir a la luz cuando un partido se tuerce para poner las cosas de nuevo en su sitio. La tediosa armonía saliendo vencedora frente al electroshock.
En el tercer escalafón aparecen los goles bulímicos. Son aquellos anotados por un equipo de relumbrón para engordar el palmarés de trofeos. Los que sirven para devolver todo lo que su club simpatizante ha hecho por este deporte. No hay nada más allá de su club, por tanto, el fútbol le devuelve todo lo que su equipo le ha dado durante tanto tiempo. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “De todas las sensaciones vividas en fútbol, ninguna se aproxima a la de cantar un gol” [/dropshadowbox]
Y en el último peldaño de esta improvisada categoría de goles, están mis favoritos. Los que celebras a golpe de garganta, aquellos que dudas de que lleguen. Los que te hacen abrazarte a tu compañero de tribuna cada fin de semana en caso de producirse. Un gol que te hace llorar de emoción y perder por momentos el control de ti mismo. Habría varias posibilidades para dar nombre a este tipo de goles, pero por su capacidad de hacerte perder el norte, vamos a etiquetarlos con el nombre de goles dementes.
Amo los goles dementes. Los quiero conmigo, pese al peaje que hay que pagar de celebrarlos cada X tiempo. Quizás pueda pecar de masoquista, si, pero son tantas las emociones guardadas tras la duda del triunfo, que merece la pena mantener esa incertidumbre. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Amo los goles dementes. Los quiero conmigo, pese al peaje que hay que pagar” [/dropshadowbox]
Los goles anotados por el Rayo Vallecano frente al Granada son de la categoría demente. Sin ánimo de exagerar, el miedo había aparecido en la engañosa temperatura vallecana. Las cábalas de puntuación empezaban a asolar, a la vez que el fantasma de la temeridad pedía a gritos su comparecencia.
Por eso, cada gol del Rayo fue un pulso a la calma y un llanto a la gloria. Pero más allá de todo esto, también fueron goles de récords, los que dejaban a Alberto Bueno cómo máximo goleador franjirojo en primera división. Goles de récords y goles de estreno, cómo el que servía para inaugurar la cuenta de Adrián Embarba en la máxima categoría. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “La venta de marcapasos se eleva a producto más vendido del barrio“ [/dropshadowbox]
Todos los goles esconden detrás un significado. Si en la retaguardia aparecen con una franja roja, los corazones se ponen en el disparadero y la venta de marcapasos se eleva a producto más vendido del barrio. La salvación más cerca, el Málaga espera.
Antonio Morillo (@AMorillo17)
Así sonaron los goles dementes del Rayo ante el Granada en Unión Rayo: