Cuando el balón de Aritz Adúriz besaba la portería de Christian, la rabia y la impotencia se apoderaban de un humilde locutor. Mientras una nube de bufandas rojiblancas teñían la catedral, este que les escribe miraba una y otra vez, resignado, el reluciente marcador de San Mamés. La crueldad ejercía de maestra de ceremonias y el tópico de “tanto va el cántaro a la fuente”, mostraba la cruda realidad. Ante la tentativa del fugaz crono, los de Paco Jémez lo intentaron hasta el final, pero el Athletic es un equipo que se siente cómodo en esa tesitura. Final del partido y derrota del Rayo. No hay consuelo posible para un gol en los minutos finales.
De todas las sensaciones que puede vivir un hincha, esta es la que menos recorrido tiene a la hora de buscar el alivio. Son muchas las preguntas sin respuestas. Nada es suficiente para calmar un alma herida, y si ahí entra en acción el Rayo Vallecano, las sensaciones y las emociones se disparan a la misma velocidad que los tiburones de bolsa cuando ven que él valor sus acciones aumentan o disminuyen.
Pero no es mi intención hacer un drama de estas líneas, entre otras cosas, porque la situación, más allá de esos instantes finales, tampoco ha dado pie a activar las señales de alarma. Me gustó el Rayo en San Mamés. Sin renunciar a su idea, los de Paco Jémez silenciaron, y por momentos dominaron en la catedral, empresa harto complicada para un club como el de Vallecas. El escenario del choque, unido al vértigo del mismo, me hizo pensar por momentos que estábamos en las islas británicas. Maravilloso espectáculo el que ofrecieron leones y vallecanos en el primer acto. Puro caviar para el hincha neutral, quebradero de cabeza para el más enfervorecido.[dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”90px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “Me hizo pensar por momentos que estábamos en las islas británicas” [/dropshadowbox]
De todos los actores presentes, hubo uno que volvió a dejarme prendado, algo que empieza a convertirse en habitual. Así cómo se muestra en la cancha, se comporta fuera de ella. Es un tipo tranquilo, tranquilidad que encuentra el Rayo cuando el balón pasa por sus botas. Además, tampoco es partidario de focos y noticias, él prefiere la sencillez en los actos. Con la elegancia propia de los que poseen superávit de talento, él se encarga de hacer que lo difícil sea algo parecido a una clásica faena de aliño. Siempre con mesura, todo con sentido. [dropshadowbox align=”left” effect=”raised” width=”250px” height=”70px” background_color=”#d2eae6″ border_width=”1″ border_color=”#dddddd” ] “A día de hoy, no entendería un once del Rayo Vallecano sin Jozabed“ [/dropshadowbox]
A día de hoy, no entendería un once del Rayo sin Jozabed. El de Mairena del Alcor se está marcando un segundo tramo de temporada brutal. En Bilbao, volvió a ejercer un curso acelerado de todo lo que tiene que hacer un buen futbolista sobre el césped. Pero sería injusto individualizar en una figura el partido del Rayo. Si es cierto que hay jugadores que te dejan con la miel en los labios, entre otras cosas, porque Vallecas ha sido testigo de grandes tardes de gloria con esos protagonistas, pero no es momento de señalar a aquellos que, pese a que no pasan por su mejor etapa, han sido vitales hasta hace no mucho para que el Rayo siga navegando en la medianía de la tabla.
La temporada sigue su curso, entramos en la etapa de finales en cada partido. El Rayo sigue inmerso en esa confortable a la par que peligrosa mitad de la clasificación. En el horizonte, un partido de los señalados en el calendario cómo fundamental de cara a conseguir el objetivo. Un Levante que en las urgencias sabe competir. Vallecas juega un papel crucial en este tramo. Es ahí donde esta afición ha demostrado el porqué de su grandeza. Cómo lo hizo la temporada pasada, y cómo seguro que hará también en esta.
Antonio Morillo (@AMorillo17)