EDITORIAL
Desde hace unas semanas la mirada de todo lo relacionado sobre el Rayo Vallecano y su hinchada está en el banquillo. Las palabras de Paco Jémez sobre un posible relevo de entrenador debido a la situación del equipo y el surgimiento de Rubén Reyes como posible sustituto ha situado la actualidad del Rayo en el futuro del técnico al frente del conjunto vallecano.
La situación del Rayo es preocupante. Pero no dramática. El equipo no está en descenso y los playoffs siguen estando a dos partidos. Al igual que defendimos el proyecto Míchel durante meses, defenderemos que Jémez continúe al frente del equipo rayista. Por mucho que sea impopular (una mayoría opta por su destitución según nuestra encuesta). Sería injusto que la entidad volviese a repetir lo que ocurrió con Míchel la temporada pasada cuando durante dos meses el técnico vallecano tuvo ‘la soga al cuello’ cada semana.
Es cierto que Paco tiene ‘culpa’ de ciertas cosas. No ha probado cosas nuevas en el sistema, insiste con Ulloa de nueve (aunque lleva los mismos goles que RDT a estas alturas), se comenten los mismos errores… Sí, Paco es un poco ‘cabezón’ con su idea.
¿Pero qué culpa tiene Paco que se lesionen cuatro jugadores graves de su rodilla? ¿Qué culpa tiene que le hagan una plantilla donde solo hay tres extremos? ¿Y qué reclame un fichaje y no se lo fichen? ¿Qué culpa tiene que el club no haya invertido el dinero que ha recibido este verano en fichajes? ¿Qué culpa tiene que no quiera a Advíncula y se lo fichen por tres millones de euros? ¿Qué culpa tiene que no cuente con Abdoulaye y tenga que entrenar todos los días porque el club no quiere venderlo? ¿Qué culpa tiene que Embarba tenga un problema que el club no resuelve? ¿Qué culpa tiene que la directiva esté enfrentada a la afición? ¿Qué culpa tiene que Ulloa no valía en julio pero a finales de agosto era el idóneo tras dejar escapar cinco delanteros?
Sí, el Rayo por plantilla tendría que estar más arriba. Pero no todo es culpa de Paco. Las cosas se han hecho mal en los despachos y lo más fácil es mirar al banquillo. El club sigue sin crecer y sigue sin transmitir, y esto influye lógicamente al apartado futbolístico. Todo lo que rodea influye. Jémez y Paco hicieron milagros años antes. Pero no todos los años pueden ser ‘fiesta’. Ya Míchel fue una ‘víctima’ la temporada pasada. Lo normal cuando en un club hay deficiencias es que esta situación ocurra. El Jemecismo, aunque en sus horas bajas, sigue existiendo.