LA ESCUADRA
Está a punto de caramelo. No será fácil, pero la receta está clara. El ascenso está ahí, delante de sus narices, solo hace falta alargar el brazo y agarrarlo bien fuerte para que no se escape. El equipo es de primera, sus jugadores son de primera y la afición está, sin duda, entre las mejores de España. Es hora de dar el do de pecho. No valen excusas.
¡A las armas!
No se le puede reprochar nada a la plantilla. Los franjirrojos se dejan la piel sobre el campo hasta más no poder. Que se lo pregunten a Fran Beltrán que, por cierto, como siga haciendo lo que hace cada domingo va a durar menos en el Rayo Vallecano que un caramelo en la puerta de un colegio. Demasiado futbolista y demasiado barato…
Y si sobre el verde las cosas van como tienen que ir, en la grada hay que exigir lo mismo. Es la hora de la afición. ¿Se anima lo suficiente? Nunca es suficiente. Más, más y más. El premio es enorme. Merece la pena. Más gritos, más palmas, más aliento, más calor… Que arda Vallecas. Y no un día. Jornada tras jornada. Contra el Huesca y contra el que sea. ¡A las armas!
Para lo bueno y para lo malo, el Rayo Vallecano no es normal. No es un club cualquiera. Ahora toca demostrarlo. Toca coger el ariete y derribar la puerta al cielo. Echarla abajo como si no hubiese un mañana. Quedan 14 jornadas para conseguirlo.
Desde Valladolid a Tarragona. Cualquier punto vale oro. Tenemos claro que el Rayo Vallecano es de Primera. Ahora toca demostrarlo.