Una lesión nunca es fácil de llevar… y más cuando se trata de una de gravedad que te hace pasar por quirófano, dejándote en el dique seco el resto de temporada. Pero si a eso le añades una pandemia global, el resultado es muy malo,
Es el caso del capitán de la franja. Pocos jugadores hay mas queridos que él entre sus compañeros y aficionados del Rayo Vallecano que Alberto García y, ahora, ha visto esta semana como su calvario personal ha empezado a ir un pelín menos cuesta arriba. Y es que su experiencia ha sido realmente dura. Solo un deportista que ha sufrido una lesión tan grave sabe lo difícil que es… y más con la situación actual.
La rehabilitación se ha visto perjudicada por esto y los plazos se han alargado. El futbolista sigue necesitando una muleta y ha sido ahora cuando ha podido volver a ponerse en las manos de un profesional. Antes, desde su casa y sin la maquinaria adecuada, realizaba los ejercicios que le iban ordenando desde la distancia.
Esto se une al estado anímico, probablemente más importante si cabe que el físico. El ver como de un día para otro pasó de estar entrenando con sus compañeros a ir a quirófano para quedar apartado. Una de las peores situaciones posibles.
Y además, es capitán… Es una pieza clave en el grupo franjirrojo, un grupo que ha visto como desde el club se ha aplicado un ERTE sin llegar a un acuerdo y sin tener ni una sola reunión con el presidente Raúl Martín Presa, según ha informado MARCA.
Y ojo, al estrés de llevar una negociación como esta, con cambios de interlocutores incluidos y faltas de respuesta continuas, hay que sumarle su labor de padre, con sus hijos encerrados en casa. Si hay algo claro es que no han sido meses fáciles.
Ahora, al menos, puede sonreír algo, aunque sea poco… y la luz, aunque muy lejana, ya se vislumbra al final del túnel. Queda mucho trabajo, habrá que remar fuerte… pero esta semana se ha puesto la primera piedra.