Diego Armando Maradona, genio y figura hasta la sepultura, definió en 2006 sin saberlo la actual segunda española. Comentaba los partidos del mundial en Cuatro y en no sé qué partido dijo que al que diera tres pases seguidos bien le darían un coche. Los partidos de la división de plata no son de mala calidad, es más, equipos como Rayo Vallecano y Deportivo dan buen trato al balón pero, ¡ay los errores!. Debe ser el nivel de presión, de igualdad o de competitividad, pero son lamentables. El día de publicación de este texto se inicia la nueva normalidad pero partidos como el Depor-Rayo dejan entrever que en el fútbol y en segunda se ha vuelto a la vieja normalidad.
Los bienintencionados dirán que todos cometemos errores pero ¿tantos?…tantos que al final el choque acabó en empate.
El Rayo salió a Riazor con la intención de mantener la racha positiva de resultados y a los treinta segundos puso los cimientos de lo que debieron ser tres puntos. Defensa local dormida, Álvaro García que pone una buena rosca al espacio (malvados, esto no cuenta como equivocación) y Juan Villar remata tan rápido como a bocajarro que Dani Giménez regala palo y recuerda que se echó gel hidroalcohólico por encima de los guantes y no debió hacerlo. El cuero puede resbalar. (0-1).
El gol dio serenidad a los visitantes que con hacer un partido aseado controlaban el choque.
Fernando Vázquez, chaval con abono de la tercera edad recitó para sus adentros su poema favorito del nicaragüense Ruben Darío, “Juventud, divino tesoro, ¡!ya te vas para no volver!, cuando quiero llorar no lloro y aveces lloro sin querer” cuando vio que el balón estaba de nuevo dentro de sus mallas. Mollejo, que a pesar de su corazón colchonero había visto miles de vídeos de CR7 quiso hacer una cesión a su portero con su pecho palomo pero quedó corto y Juan, no Palomo sino Villar se adelantó a Giménez y puso el 0-2 en el estadio coruñes. ¡Villarato! Un entrenador me dijo que las cesiones con el pecho son como la marcha atrás de un coche, solo se pueden usar en distancias cortas.
El Depor intentaba reaccionar pero el Rayo no sufría, pero en un golpe accidental muy incidental, concretamente uno de suerte, todo cambió. Milic renqueaba tras un choque y Paco decidió no “arriesgar”. Según él, Saveljich no estaba para jugar y salió a cancha Martín Pascual, al que algunos colocan marcando a Messi en los entrenamientos en la Masia, el tiempo lo dirá.
Fernando Vázquez hacía tres cambios para agitar el árbol y ordenó poner por megafonía los versos citados de Rubén Darío. Funcionó. Casi en la primera jugada el 27 franjirrojo se pidió penal por una acción de Martín, tanto así que el zaguero se quedó suspirando y dando vueltas a la jugada en su cabeza. Luna que cubría su espalda estaba allí “walking on the moon”. Viendo la jugada de frente era un pasito hacia adelante y a otra cosa, el de el central para el orsay y el del lateral para cerrar. No llegó ninguno de los dos y llegó el 1-2 de Santos ( lo que fueron estos dos en la marca).
45 minutos de control y diez de tembleque. En esas, ni Álvaro García ni por supuesto Luna, que seguía cantando a Sting fueron capaces de taponar su banda y el balón en pase atrás llegó a Mollejo que pudo rebelarse ante la adversidad y su error y lograr el 2-2.
El Rayo había dilapidado su ventaja, pero todavía quedaba lo mejor. De Frutos despertó y como canterano merengue quiso hacer otro jingle, pero algo falló. Quiso hacer un “Veteranos y noveles ” con Tito, se internó, dio el pase atrás, y Román lanzó al palo. La jugada acabó en “Veteranos, noveles y pavones” porque el fichaje más caro en la historia de la Agrupación Deportiva Rayo Vallecano tiene la coordinación motriz de mi sobrino Darío, que no Rubén, que tiene un mes de vida, pobre. O de un pavo al que poner en el horno y si la dirigencia vallecana consigue desprenderse de él dar acción de gracias. El balón le cayó a su pie izquierdo, el bueno, en el área pequeña pero su cupo de buenas acciones del día estaba cubierto desde el minuto uno. Lástima.
Lo de antes pudo ser lo mejor pero no. Habíamos hablado de errores , ¿no?. Habíamos dicho que en los partidos de segunda los fallos son tan groseros y habituales que no siempre se aprovechan y es lo que hace la diferencia con La Liga. Los árbitros no son una excepción . Vicandi es la confirmación o quizá yo sea un Nostradamus de pacotilla. Titulé la anterior contracrónica de la franja como “La ley de la compensación”. Razón aquí de una nueva edición. Vicandi salió de primera porque era muy flojo y saldrá el arbitraje porque sencillamente es muy malo.
Recibió el Trofeo Guruceta en 2013 y Vicandi quiso doblar la apuesta. Emilio Guruceta Muro fue un gran trencilla pero este mes se han cumplido 50 años de la acción que lo hizo famoso. En un Madrid -Barça se inventó una pena máxima a favor de los blancos en una falta fuera del área.
Vicandi Garrido castigó con penalti una mano que no se sabe ni es mano. Una acción que no se sabe si es voluntaria. Martín Pascual salta, abre los brazos (otra vez la juventud) pero de un modo poco ostensible y que podría ser hasta natural para equilibrar la caída y el balón le golpea, pero es imposible después de un millón de repes saber si le toca en la manga ya que Martín está de espaldas y no ve venir el esférico. Vicandi se va a ver la pantalla del VAR y cuando parece que va a volver a la cancha es llamado de nuevo. Marrón. Decisión difícil, a favor del de casa. Sin presión del público, la cancha está vacía, oiga,
Aketxe lanza y Dimitievski lo rechaza. Hasta mi sobrino Darío sabe que es imposible parar un penalti sin moverse. El macedonio del norte se impulsa desde dentro del arco y sale veinte centímetros de la línea. El colegiado VAR le avisa dos minutos después pero esta jugada, valida para el resto de los 41 equipos de primera y segunda no vale para Dimi, que es sancionado por segunda vez en la temporada por esta acción.
A la segunda Aketxe no falla y el Depor se pone 3-2.
La juventud tiene defectillos pero muchas virtudes. Una de ella es la rebeldía. Martín Pascual, como Mollejo, quiso reparar sus errores. El blanquiazul marcó y el franjirrojo se quitó de encima como una mosquita muerta a Álvaro García para sacar de banda. No parecía sensato ya que el 27 probablemente era el jugador mas alto en la cancha pero el chaval estaba decidido. Lanzó el balón a la olla y Mujaid aportó a los royalties de los descendientes del poeta conocido por los millenials por tener una parada de metro en la zona alta de la capital . El zaguero deportivista se apoyó inocentemente en Qasmi, y éste con cuerpo de gladiador se sintió morir. Vicandi, loco por la música de compensar señaló la pena máxima en penalti de los que son y no se pitan nunca.
El penalti lo lanzó Mario Suárez como un veterano y anotó el empate a 3.
Pudo Santi Comesaña dar la victoria pero su remate, apoyándose como Mujaid en un rival pero el balón no cogió puerta.
El Rayo empató un partido que debió ganar, que pudo perder y que le devuelve de nuevo a la vieja normalidad.