Llegaba el fútbol a Vallecas. La expectación por saber cómo iba a ser el retorno a la nueva normalidad era máxima. Muchos medios de comunicación en los aledaños del Estadio del Rayo Vallecano para comprobar in situ y transmitir las primeras sensaciones. En definitiva, se tenía la sensación de que todo el país estaría pendiente de lo que pasase en Vallecas ante el primer partido que se jugaba en España tras la pandemia de Covid-19.
Mascarilla, guantes y distancia social
Unos pocos privilegiados pudieron entrar al Estadio de Vallecas, entre ellos dos periodistas de Unión Rayo. Entre fuertes medidas de seguridad, los pocos medios de comunicación acreditados fueron testigos del primer partido de la vuelta al fútbol. Citados para entrar de manera separada, para evitar aglomeraciones, primero entraron fotógrafos en grupos de cinco, después redactores y por último televisiones. Cada uno tenía un sitio preasignado en el Estadio.
Tras ser llamados por la responsable de comunicación del Club, siempre en grupos de cinco, los periodistas se dirigían a un segundo punto de control de acceso, en el que de uno en uno y guardando una distancia de dos metros, pasaban el protocolario control de temperatura y desinfección de manos. Después, había que ponerse guantes y mascarilla, en caso de no llevarla. Además, La Liga entregaba un pequeño bote de gel hidroalcohólico. A continuación, el siguiente punto había dos personas encargadas de desinfectar todos los utensilios de trabajo: teléfono móvil, ordenador, cámaras, etc. Dentro ya te acompañaban al lugar preasignado de trabajo.
En cuanto al partido en sí, la sensación era de encuentro de pretemporada o torneo veraniego, con poco ambiente, a pesar de la intensidad y la relevancia del choque. Se escuchaban los gritos de los jugadores, las voces de los compañeros periodistas de radio que estaban en las cabinas, e incluso los cánticos que a veces espontáneamente lanzaban los afortunados hinchas que vieron el partido desde los “palcos VIP” de los edificios que están junto al Estadio de Vallecas.
Una sensación para un encuentro con muy poca gente en el Estadio, la esencial, en el que todo fue especial: el partido más largo de la Historia, pero también uno de los más cortos (solo 45 minutos), que se iba a jugar a puerta cerrada, después no, y finalmente, con la Covid-19, tuvo que ser así. Una de las temporadas más raras que se recuerdan en el mundo del fútbol, que al concluir, los periodistas solo tenían 10 minutos para abandonar el Estadio, fiel reflejo de lo que fue la tarde del 10 de junio: fugaz.