Míchel se despidió como entrenador del Rayo Vallecano entre lágrimas. Una emotiva y especial rueda de prensa distinta, con mucho sentimiento. Se despide un rayista. El Rayo pierde un entrenador y gana un hincha en la grada.
El apoyo del rayismo
La rueda de prensa comenzaba pasadas las 13 horas. Junto a Míchel, entraban en la Sala de Prensa de la Ciudad Deportiva los cuatro capitanes de la primera plantilla: Alberto García, Óscar Trejo, Jordi Amat y Adrian Embarba.
También el cuerpo técnico de Míchel, los que le han acompañado y ha sido partícipes del ascenso. Su segundo y lugarteniente, Salva; Ruben Reyes, David Porcel, Miguel García, Jorge Carracedo y Pedro Serna. El delegado, Miguel Ortiz, también acudió.
No cabía más gente en la sala: David Cobeño, Luis Cembranos, Luis Yáñez y el Presidente, Raúl Martín Presa. Con gesto desencajado, mirada perdida, escucha las palabras de Míchel con apego. También lo hacía su amigo David Cobeño: no llevaba corbata, pero el nudo de la garganta le hacía humedecer los ojos mientras hablaba Míchel. Sin duda, la decisión no ha sido fácil. Los números han mandado. Los números han decidido por encima del corazón.
Muchos medios de comunicación, más que en cualquier rueda de prensa, escuchaban con un silencio parroquial. Qué sensación tan intensa escuchar las palabras de alguien que ha dado todo, que ha puesto todo lo que tenía, que estaba convencido en lo que hacía, …, con ese brutal silencio.
Las palabras se le encorsetaban a Míchel, que habló con el corazón durante los 15 minutos que duró la charla. Las lagrimas de Míchel son las lágrimas del rayismo.
Por último, cuando Míchel abandonaba la Ciudad Deportiva, allí había un grupo de aficionados que quiso hacerle un regalo, una muestra de agradecimiento por todo lo que ha dado como entrenador.