EDITORIAL
Hoy es un día especial para Vallecas. El Rayo Vallecano recibe al Huesca de Míchel. Sin duda no es el mejor momento para ello… Protestas contra la directiva convocadas horas antes y un equipo que cada día se aleja más de los playoffs. La única buena noticia es que el Rayo tiene la oportunidad de agradecer a Míchel su trabajo al menos en los últimos años. Se merece una gran ovación.
Miremos al pasado. Vayan al momento de la temporada 2016-2017 cuando el Rayo está prácticamente en puestos de Segunda B. Hubo alguien que se atrevió a coger al equipo y arriesgar su carrera por salvar a La Franja. Limpió un vestuario, lo salvó y a la temporada siguiente lo subió a Primera ¡Y vaya año que disfrutamos!
Sin duda el mejor momento vivido en los últimos años fue el pasado 27 de mayo de 2018. Vallecas volvió a ser una fiesta. Todos lloramos, todos nos abrazamos con nuestros seres queridos y todos nos acordamos que quienes no están y nos transmitieron ese amor por la Franja. Y eso lo consiguió en gran parte Míchel.
Si, Míchel no es perfecto. Siempre habrá quien diga que se podía haber involucrado más, que podía haber sacado más gente de la cantera, etc… Pero pienses lo que pienses, él cumplió con la parte deportiva.
Además Míchel no se mereció estar tres meses con la ‘soga al cuello’ en Primera. Meses y meses rondando la destitución y un club en silencio que le ratificará. Ese sufrimiento no lo merece nadie y menos alguien de la casa.
Míchel volverá a casa en un futuro seguro. Pero las cosas hay que agradecerlas cuando tocan. Hoy vuelve a Vallekas su Majestad. Hoy su barrio sabrá como recibirle mejor que nadie.