Para no discutir diremos que está entre los tres mejores jugadores que ha vestido la elástica franjirroja en toda la historia del Rayo Vallecano. Una leyenda viva del rayismo que ahora se despide del club que tanto ama. Míchel I de Vallecas, toda una vida dedicada al Rayo Vallecano.
“Nos sacó de Segunda, del Rayo hasta la tumba, Míchel contigo siempre”. Eso le cantaban los aficionados al entrenador después de la dura derrota frente al Getafe en la primera vuelta. En los ojos del técnico, lágrimas de agradecimiento. Y es que en esa frase hay más verdad que en cualquier texto que lean sobre él. Míchel cogió un equipo al borde de la 2ªB y lo puso en Primera división. De locos. Y por el camino consiguió el único título oficial de la historia del Rayo Vallecano, el de Segunda división.
Antes había estado en la dirección de cantera y había entrenado al Juvenil A, además de haber sido miembro del equipo de Paco Jémez, del que aprendió que el balón no se patea sin sentido, sino que se le mima y se le quiere.
Así, con esa idea, llegó al banquillo del primer equipo sin desearlo como última solución a un barco que se hundía sin remedio. Sorprendentemente, la nave reflotó. El equipo se salvó y, al año siguiente, deslumbró en una Segunda división treméndamente competitiva. Sin embargo, en Primera, los resultados no acompañaron.
Míchel no es un entrenador más en la historia del Rayo Vallecano. Todo afinionado franjirrojo tiene en su retina los zurdazos del ahora extécnico con la franja en el pecho. 17 temporadas vistiendo una camiseta que ama y que adora como ya ha dicho en más de una ocasión.
“Lo que más quiero es que el Rayo se quede en Primera, con o sin Míchel”. Palabras de un hombre que es el máximo goleador de la historia del club y que quiere al Rayo como cualquier aficionado de los que acuden cada domingo al Estadio